NACE LEONOR DE PLANTAGENET, O LEONOR DE INGLATERRA, REINA CASTELLANA ENTRE 1170 Y 1214 (13 OCTUBRE 1160)

    Dicen los biólogos que, si vivimos, se debe a que nuestros antepasados tuvieron éxito reproductivo y eso es desde luego es una simple verdad pues de otro modo no estaríamos aquí. Pero, viéndonos a nosotros mismos, cabe la broma, trágica por una parte al tiempo que por otra misteriosa, que lo del éxito no ha estado repartido con equidad a lo largo de la historia. Hay personajes con los que uno se encuentra que casi resulta difícil de entender cómo han podido cargar sobre sus espaldas un peso tan complejo y colosal, inconmensurable. Ese es el caso de la protagonista de esta semana, Leonor Plantagenet, llamada también Leonor de Inglaterra, que perteneció, desde su nacimiento, a ese grupo de personas que nacieron para estar siempre arriba.

    Hija de rey (Enrique II de Inglaterra), esposa de rey (Alfonso VIII de Castilla, el de la batalla de las Navas de Tolosa), madre de rey (Enrique I de Castilla y Berenguela de Castilla) y de reina consorte (Blanca, casada con Luís VIII de Francia; Urraca, con Alfonso II de Portugal; y Leonor, con Jaime I de Aragón) y hermana de rey (Ricardo Corazón de León y Juan, el llamado “sin tierra”). Luego naturalmente abuela de rey (por ejemplo, Fernando III).
    (Se complementa este esquema con la personalidad de su madre, Leonor de Aquitania, posiblemente una de las mujeres más extraordinarias de la historia y desde luego tan adelantada a su tiempo que alguien ha llegado a decir que aún lo sería en el nuestro. Duquesa de Aquitania, un ducado mayor que el propio reino de Francia, a los 15 años casó con el rey galo de Francia Luís VII, con el que acudió a la segunda Cruzada, y, tras divorciarse de él, lo hizo con Enrique II de Inglaterra, uniendo sus posesiones a las que ya tenía en el continente el rey inglés, con lo que se amplió el “Imperio angevino”, un término moderno que describe esta situación, cuyas consecuencias se mantuvieron durante siglos, por ejemplo, con la guerra de los Cien Años. Leonor, que gozaba de una gran cultura y conocimiento de idiomas, ocupó mucho de su tiempo y de sus atenciones al mundo literario).

    Aunque muchas fechas de épocas antiguas son poco seguras, se suele considerar que Leonor de Plantagenet nació en Normandía el 13 de octubre de 1160, hija, como se ha dicho de Enrique II de Inglaterra y de su esposa la reina consorte Leonor de Aquitania. Su presencia en la historia de España se debe a su matrimonio con el rey Alfonso VIII, maridaje del que nacieron diez hijos de los que hay constancia documental, aunque probablemente hubiese más. Se celebraron los esponsales en septiembre de 1170 en la ciudad de Tarazona, por lo que fue reina consorte de Castilla entre los años 1170 y 1214. Falleció en el Monasterio de las Huelgas de Burgos, que ella había mandado construir, el día 31 de octubre de 1214, pocos días después de la muerte del rey Alfonso VIII acaecida el 6 del mismo mes y año, compartiendo ambos enterramiento en dicho monasterio.
    Generosísimo fue Alfonso con la dote a su esposa, una niña de 10 años, se dice de ojos azules y cabello dorado, que llegó a Castilla con mucho acompañamiento para casarse con un rey de 15 (aunque las crónicas señalan que el matrimonio se consumó más tarde). (… quiso el rey exceder a sus mayores en atención a su suegro, que era el más distinguido de Europa y por tanto señaló también a su esposa unas arras muy copiosas, adjudicándole las ciudades de Burgos, Castrogeriz, Dueñas, Amaya, Carrión, Aguilar, Medina del Campo, y otras villas y las rentas de varios lugares e hízole donación asimismo de la mitad de cuanto de allí en adelante él conquistare. Leonor, por su parte, traía como dote el condado de Gascuña, una concesión de alto valor político que mejoraba en mucho las relaciones con los ingleses y, aunque es verdad que Alfonso nunca pudo anexionarlo, sí que numerosos caballeros gascones vinieron a la península para ayudarle como a su señor en la lucha contra los almohades.

    Leonor, viniendo de donde venía, es decir, de la fuerte influencia de su madre y de un ambiente cultural extraordinario, había aprendido a leer y a escribir, con 10 años dominaba el latín y llego a Castilla acompañada de sus preceptores, damas y juglares. La Crónica General afirma que poseía exquisita educación, era sosegada y muy hermosa, gran limosnera, muy amable con su marido y que sabía honrar en su trato a todas las gentes de su reino, a cada una según su estado, y la Crónica de veinte reyes dice textualmente: “La dueña salió muy sesuda e mucho entendida e muy buena e muy loçana”.

   En su vida pública hay pocos acontecimientos señalados en lo que se conozca su protagonismo de manera destacada pero parece claro que tuvo mucha influencia en la política y las decisiones de su marido, el rey.

    En la vida de esta reina se cruzaron los amores de Alfonso por una bellísima judía de Toledo, de nombre Raquel. Leyenda o realidad, se cuenta que el rey se encierra con ella siete años en su palacio toledano de La Galiana, también conocido como La Huerta del Rey, olvidándose de su esposa y desatendiendo el gobierno de Castilla, y que una conjura de nobles, dicen que instigada por Leonor o según otros una revuelta popular, puso fin trágico al episodio. Aparte de alguna ficción literaria, pocos testimonios existen de la veracidad de la historia, que ha quedado para siempre entre la duda y la oscuridad.

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