Los trabajos de los funcionarios
JUAN DE LA
COSA
Yo, Juan de la Cosa, apodado el vizcaíno,
natural de Santa María del Puerto y vecino de El Puerto de Santa María, ahora
metido en guerras y descubrimientos en estas tierras de Indias para mayor
gloria y triunfo de nuestra santa fe cristiana y engrandecimiento de nuestros
Reyes Soberanos, casado con Juana del Corral.
Que yo he recorrido las partes de África y
Guinea en hazañas descubridoras y guerreras de donde saqué beneficios para la
Corona y para mí y que de las mercaderías que obtuve, pagué siempre el quinto
real que mis señores los Reyes ordenan. Y os he servido mucho como el rey don
Fernando escribió a D. Nicolás de Ovando, gobernador de la Española en el 17 de
junio de 1508.
Que
yo era dueño de la nao apodada La Gallega con ciento treinta toneles y
veinticinco varas de eslora, que alquilé al Señor Almirante don Cristóbal Colón
para el negocio de la nueva ruta a las Indias, que fue la nave capitana
bautizada la Santa María y que luego de la proeza del viaje del primer
descubrimiento, encalló en el fuerte de la Navidad. Y embarqué con el dicho
Señor Almirante en ese su primer viaje a las Indias como maestre de la Santa
María porque Martín Alonso Pinzón así me lo pidió para servicio de Sus
Majestades los Reyes y porque con el dicho Martín Alonso ya había navegado por
las costas de África y Guinea y en otros parajes de la mar océana.
Y en dicho viaje quiso la divina
Providencia que se acertara en descubrir nuevas y maravillosas tierras en
beneficio de nuestros Reyes Fernando e Isabel así como para extender el
conocimiento de los misterios de nuestra santa fe y se descubrieran tesoros y
gentes lejanas e ignotas.
Item digo que a pesar de lo que dicen, la
noche en que encalló la Santa María yo no estaba ebrio aunque es costumbre
antigua celebrar los misterios de la navidad con grandes fiestas y
solemnidades, ni menos aún fui traidor al Señor Almirante aunque así lo cuente
y haya escrito en el diario de navegación. Y luego se demostró mi buena
voluntad cuando por mandato de Sus Majestades fui compensado por la pérdida de
la nao, que si me hubiesen encontrado culpable, no me habrían hecho esta
justicia ni me hubiesen remunerado ni satisfecho. Que si lo escribió el Señor
Almirante don Cristóbal Colón no fue sino por el enfado en que todos estuvimos
cuando perdimos tan afamada nao. Y es también prueba de mi lealtad, que
acompañase al Señor Almirante en su segundo viaje a las Indias y me confió sus
cartas de navegación de donde yo aprendí muchas cosas del arte de marear y la
carta que me dejó fue la principal, la que llaman mapamundi. Y en este segundo
viaje de don Cristóbal Colón fui nombrado piloto mayor y se me encargó hacer
cartas de marear según íbamos descubriendo nuevas y hermosas tierras y yo
viajaba en la carabela llamada de Santa Clara.
Y he hecho hasta siete viajes a estas las
Indias en donde he descubierto nuevas tierras y encontrado nuevas gentes y en
mi tercer viaje fui herido de flecha cuando con Alonso de Ojeda íbamos a
descubrir y descubrimos la provincia que los naturales llaman de Coquibacoa
hasta el cabo de la Vela cuyo nombre pusimos y en cuyo viaje encontramos
tierras con mucha cantidad de perlas y tuvimos tratos con nativos que algunos
llaman caníbales, que fue como les llamó el señor Almirante por creerles indios
del Aga Khan y eran muy feroces y comían hombres y mujeres y decían que la
carne de niños de teta era muy rica y muy buena de sabor.
Y fue después de éste mi tercer viaje con
Alonso de Ojeda cuando hice el mapamundi. Y esto fue en año de 1500. Y también
he hecho otras cartas de marear, es especial una no menos famosa de la costa
cantábrica. Y fueron muy grandes estos trabajos porque hube de anotar
cuidadosamente los rumbos y los vientos y cómo eran las costas.
Item digo que sé que Vuestras Majestades
siempre han atendido mis peticiones como en el año de 1496 cuando regresé a
Santa María del Puerto y os visité en Laredo y escribisteis al obispo de
Badajoz para que viera lo que era debido de sueldo a las personas de que os
hacía mención en mi escrito que por ser pobres estaban más necesitadas y atendisteis
vos en persona a mis peticiones, de lo que os agradezco todavía.
Y me acuerdo, que nunca lo olvidaré,
cuando a pesar de que las condiciones de capitulación que Rodrigo de la Bastida
proponía para ir a descubrir os eran más favorables que las mías, Vos preferíais
que yo lo hiciese porque según decíais y no lo olvidaré nunca, yo lo haría
mejor que otro alguno y mandasteis que se hiciese acuerdo conmigo porque como
decíais, soy hombre que sabrá bien aconsejar y me dejasteis que eligiera los
hombres mejores para mejor conseguir vuestro negocio y servicio.
Item debo agradecer a Vuestras Majestades
la capitulación que me hicisteis en año de 1504 a 24 de febrero de autorizarme
a ir como descubridor al golfo de Hurabá y como capitán de cuatro navíos para
vigilar las costas de Tierra Firme, acompañado de Juan de Ledesma y cuando sufrí las insidias de Gonzalo
Fernández de Oviedo que dijo que yo soy hombre diestro en las cosas del mar y
valiente hombre en mi persona pero muy lleno de codicia y que en mi navegación
había tomado indios como esclavos en contra de las leyes del Reino y oro y
otros tesoros que había ocultado a la Casa de Contratación pero luego se
demostraron sus falsedades y cómo cuidé de mi gente y los libré de los indios
que conocedores de la costumbre española de la siesta, esperaban el descanso
para asaltarnos y hacernos toda la perdición posible.
Item digo que han sido muchos mis
servicios a la Corona, tantos como dificultades ha habido en esto de navegar a
mi costa y trabajo y con mucho peligro y riesgo de mi persona. Y ahora recuerdo
y es bueno que lo sepan para evitarlo, que hay un gusano de mar al que llaman
broma, que con el mucho calor más se propaga y que carcome las maderas de los
barcos cuando están varados haciendo mucha agua y yo sufrí sus daños estando en
el puerto que llaman de El Retrete o de los Escribanos y allí los navíos por la mucha broma que traían, pasamos
dificultades para evitar el hundimiento.
Y fue una muestra de confianza el que
Vuestras Majestades me nombrasteis maestro de hacer cartas de navegar y piloto
en la Casa de Contratación de Sevilla así como Alguacil Mayor del Gobernador de
Hurabá. Y ordenasteis que recibiera a razón de cuarenta mil maravedíes cada año
cuando estuviera en tierra y cuarenta y ocho mil cuando navegase y todavía dos
cahízes de trigo para aprovisionar mi casa cada año.
Y entre mis muchos servicios a Vos y a la
Corona debo mencionar cuando fui requerido por la Casa de Contratación para
cuidar de que los navíos que llegaban de las Indias no fuesen asaltados por
cosarios armados, que es función de la dicha Casa vigilar que se respeten los
negocios de las Indias y anduve guardando la costa desde la bahía de Cádiz
hasta el cabo de San Vicente como capitán de las dos carabelas que se hicieron
en junio del año 1507 y que se pagaron por ellas ciento setenta y cinco mil
novecientos y cuarenta maravedís.
Y cuando fui llamado con Américo Vespucci
y Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz Solís por la Junta de Burgos para hablar en
secreto de cómo alcanzar la Especiería y cómo era la situación en torno a los
asuntos de Indias y cómo resolver la competencia de Portugal.
Item quiero recordar ahora mi viaje
secreto que Vos me encargasteis que hiciera a Portugal para conocer e
informarme del que los portugueses
habían hecho con cuatro navíos a las Indias de donde trajeron esclavos y
mucha madera tintórea que llaman brasil y a donde volvieron otra vez. Y fui hecho prisionero en dicho viaje y pude
salir libre y traerle dos cartas de marear para su satisfación de los caminos
que los portugueses habían traído. Y sé que los posteriores a nosotros sabrán
que yo hice ese viaje por los recibos en que aparecen las partidas que me
pagaron para hacer el susodicho a Portugal.
Y no puedo menos que recordar como día muy
grande para mí el 17 de junio del pasado año de 1508 en que me confirmabais
como Alguacil mayor y a mi hijo Pedro de la Cosa para sucederme a mi muerte y
me llamabais vuestro piloto. Y ese mismo día y mes y año escribisteis a D.
Nicolás de Ovando diciéndole que como quería llevar a la Española a mi mujer e
hijos, que me hiciera el correspondiente repartimiento de indios necesarios.
Item digo que por fin he venido a este
lugar de Tierra Firme acompañando a Alonso de Ojeda como teniente debajo de su obediencia y
sustituto suyo y también ha venido Diego de Nicuesa. Y para los gastos de navíos
y bastimentos de este viaje he puesto mi hacienda para fletar una nao y dos
bergantines.
………………….Una recompensa póstuma……………………
Este
texto es parte de la instancia apócrifa que Juan de la Cosa pudo enviar a los
reyes católicos en solicitud de una ayuda para dote de una hija a la que
pensaba casar pronto, ayuda que le fue concedida después de su muerte en
escrito que dirigió el rey Fernando al tesorero de la Casa de Contratación el día
2 de abril de 1511 en el que le ordenaba que acatando los servicios que Juan de
la Cosa, ya difunto, había hecho a la Corona que era su merced y voluntad que
en remuneración a esos servicios, le fueran dados a su mujer para ayuda y
casamiento de una hija suya cuarenta y cinco mil maravedís. Las razones del
servicio a la Corona que abogan por lo solicitado permiten hacer un recorrido
por su vida y perfilar los datos de su carácter aunque puedan parecer
apologéticos por el tono exculpatorio y excesivamente reverencial lógico de
quien solicita una merced.
Mientras esta carta viajaba
a la península, Juan de la Cosa moría en una emboscada que le tendieron unos
indios caribes flecheros de Tierra Firme, hoy Colombia. Sus compañeros lo
encontraron asaeteado como un erizo, e hinchado por la ponzoña que llevaban las
flechas. En estas circunstancias un amigo anónimo añadió estos párrafos para
completar la información a los Reyes:
Item hay que añadir que el
susodicho Juan de la Cosa, apodado el vizcaíno, nombrado piloto y maestro en el
arte de hacer cartas de marear, era de natural bondadoso y modesto y si no
descuidaba de que se le abonasen sus trabajos y no rehuía que se le diesen sus
intereses, lo hacía por considerarlo justo y porque conocedor de los peligros
de su trabajo de descubridor de tierras nuevas, quería que su familia viviese
acomodada como correspondía a los esfuerzos que el descubridor merecía.
Y es pena que haya
fallecido en luchas y guerras con los indios cuando fue su opinión de siempre
que era mejor negociar que andar peleando porque ello va en perjuicio de los
intereses de los españoles y del convencimiento que se les debe de hacer en
cuanto a nuestra sacrosanta religión. Pero la locura de otros descubridores que
se dieron en quemar casas llenas de indios y las mujeres con sus criaturas se
salían de las casa por el fuego pero luego que vieron los caballos que no
habían visto jamás, se tornaban a las casas que ardían, hicieron una cruel
guerra de la que después se vengaron los indios y así lo mataron.
Juan de la Cosa nació en
Santa María del Puerto, hoy Santoña (Cantabria) a mitad del siglo XV y murió en Tierra Firme (hoy Colombia) el 28
de febrero de 1510. Era el dueño de la Santa María que alquiló a Cristóbal
Colón y como él mismo recuerda, le tocaba el turno de guardia la noche en que
encalló la nave en la navidad de 1492. El mapa que le hizo famoso tanto por su
precisión como por ser el primero después del descubrimiento, fue archivado en
la Casa de Contratación de Sevilla, de donde fue robado en fecha desconocida.
En una almoneda lo adquirió el barón de Walkener, embajador de Holanda y
figuraba en su colección. El año 1853 el gobierno español lo adquirió por 4321
francos. Actualmente se encuentra en el
Museo Naval.
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