COLÓN Y BOABDIL
Hablar mal de la burocracia siempre ha
sido un lugar común y hasta un sano ejercicio de salud mental frente a la
máquina consumista de papeles, datos, códigos y cifras pero como no hay mal
absoluto en el mundo, el papeleo también tiene sus ventajas para prefijar las
reglas de juego y el marco jurídico en el que se deben desarrollar las acciones
humanas. Después sirve también como prueba y testimonio de lo que pasó, una
opinión que pueden mantener los historiadores, que se ven favorecidos por los
documentos para resolver enigmas que de entrada parecen imposibles de conocer.
La tramoya histórica de Las Meninas, los tipos de impuestos en la edad media o
las reglas del comercio del Mediterráneo se han podido estudiar gracias a los
contratos que se guardan en los archivos.
En los acontecimientos del quinto
centenario los papeles también fueron decisivos para organizar tanto el lio que
se montó en el descubrimiento de América como el proceso de la conquista del
reino nazarí de Granada. Nadie podía
marcharse por las buenas a descubrir, a ver qué encontraba y ni tan siquiera
como turista se podía viajar a las Indias sin permiso. Para cualquiera de estas
cosas y otras parecidas, eran necesarios trámites, concesiones, pases, sellos,
autorizaciones y demás certificados. Y de la misma forma sin esos requisitos
tampoco podía uno coger una mañana su armamenta y dedicarse a conquistar
pueblos a los moros porque estas operaciones tenían su tiempo, su ritmo y su
maduración y obedecían a delicados equilibrios entre los reyes cristianos y los
árabes.
AMÉRICA
Cuando un ciudadano se iba a América a
explorar, conquistar o poblar, debía pactar previamente con los reyes las
reglas a que se sometería esa operación económica, militar y política. Era
preciso que antes se fijaran los límites de su actuación, el territorio a
colonizar, el reparto de cargas y el de beneficios en el caso de que los
hubiera, el precio a pagar a la Corona y se determinaran aspectos como plazo de
ejecución, ruta a seguir, primeras medidas de gobierno después de la conquista
o sistema de control de lo acordado. La capitulación era el contrato firmado
entre la Corona y los particulares, mediante el cual se concretaban estas
condiciones.
Cualquiera de las dos partes podía comenzar
la empresa. Unas veces era el Estado el interesado en que se colonizase alguna
región por motivos políticos, económicos o sociales y el organismo oficial
encargado era la Casa de Contratación de Sevilla que gestionaba los asuntos de
Indias y por la que debía pasar todo el tráfico de personas y mercancías. En
otros casos la iniciativa era privada porque podían también dirigirse al Estado
para solicitar una capitulación cualquier ciudadano que quisiese, un miembro de
una expedición que tenía noticias de un territorio interesante inexplorado, un
aventurero en busca de oro o un capitalista tras un negocio donde invertir.
Pero tanto si era el Estado como si era un particular el que organizaba una
expedición, el papeleo resultaba insustituible.
En ningún viaje faltaron los funcionarios
de turno que daban fe de que se hacían las cosas dentro de la ley. Los repartos
de beneficios, los trámites de toma de posesión y los límites geográficos y
jurídicos de cualquier capitán se llevaban rigurosamente con veedores y
notarios que no permitían ningún desliz. Los capellanes leían los
requerimientos antes de asaltar una aldea y a los caciques locales se les
obligaba a aceptar formalmente el vasallaje. Muchos personajes de la conquista,
incluso importantes, fueron llevados a juicio tanto en América como en la
península por el delito de no haber cumplido con escrupulosidad los términos
pactados en las capitulaciones. Cristóbal Colón, los Pizarro o Valdivia pasaron
por ese trance. Esto no quiere decir que como en todas las cosas de la vida no
hubiera tramposos o que muchas veces no fueran los intereses ideológicos o
económicos los que manipulaban el aparato judicial y la presión política pero
las formalidades se cuidaban en exceso.
Excepcionalmente las capitulaciones
firmadas con Cristóbal Colón no pudieron incluir tantas precisiones porque no
se sabía muy bien qué había detrás de ese viaje y por ello no fueron otra cosa
que la relación de beneficios y prebendas que recibiría por descubrir. Los
matices vinieron en las siguientes oportunidades.
GRANADA.
En el caso de la llamada reconquista, las
capitulaciones eran los documentos que firmaban los reyes cristianos con un
caudillo árabe mediante los cuales se convertía en vasallo. Cuando se firmaban,
a los moros se les permitía seguir viviendo en la ciudad, conservar su libertad
personal, sus propiedades y su
estructura económica y mantener su religión, leyes, instituciones y costumbres.
Como señal de vasallaje, debían prestar al nuevo poder militar y político
ayuda, consejo y pagar los impuestos o parias fijados en el contrato. La
ansiedad por terminar la conquista del reino de Granada como fuera, permite
graduar las capitulaciones de menor a mayor generosidad hasta el punto de que
ya las últimas más parecen aquello que se dice a los niños, todo lo que quieras
con tal de que te calles.
La capitulación era una salida política a
una situación provocada por un hecho militar, una alternativa a la derrota en
el campo de batalla y su contenido es siempre la relación de privilegios que
los Reyes Católicos otorgan a las comunidades musulmanas que se han rendido.
Cuando esto no se produce y la ciudad insiste en pelear, como ocurrió en
Málaga, los Reyes Católicos la toman militarmente, desplazan a los pobladores,
que a veces acaban como esclavos, y retienen a los prisioneros. Las
capitulaciones obedecían a intereses mutuos y eran consecuencia de la
estrategia política, militar y económica de los dos bandos. Para los moros, salvo
el hecho de una presión sicológica más fuerte y el orgullo de mantener su
prestigio, rendirse y capitular suponía unos beneficios importantes frente al
riesgo de ser borrados del mapa. Y a los
cristianos les evitaba la conquista militar con los inconvenientes personales y
económicos que lleva una guerra. De esta
forma aumentaban sus territorios a costa de permitir a los árabes seguir donde
estaban.
LOS
RESULTADOS
Las capitulaciones firmadas por los Reyes
Católicos con Cristóbal Colón y con Boabdil tuvieron formalidades jurídicas y
administrativas diferentes porque sus consecuencias históricas también lo eran,
pero política y cronológicamente coincidieron en muchas cosas y la más
importante es que quedaron en papel mojado.
Porque si se hubiesen cumplido las
capitulaciones firmadas con Cristóbal Colón, sus sucesores serían hoy los más
ricos del mundo ya que se le concedía a perpetuidad, libres de impuestos, la
décima parte, eso sí quitadas las costas, de todo oro, plata, perlas, piedras
preciosas, especias y demás riquezas que vinieren de las tierras por descubrir.
Puede servir de referencia que algunos
investigadores consideran que en los tres primeros siglos después de la
conquista llegaron a España sobre mil setecientas toneladas métricas de oro y
más de setenta y dos mil de plata. Y Colón tenía además la posibilidad de
contribuir con una octava parte en cualquier expedición y obtener esa
proporción en los beneficios. Y su heredero directo sería Almirante aunque no
hubiese hecho la carrera militar y Virrey de todas las tierras descubiertas...
por citar algunas de las consecuencias más significativas.
Y si se hubiesen cumplido a la letra las
capitulaciones para la rendición de Granada, habría allí tantas o más mezquitas
que iglesias cristianas y una Audiencia paralela para juzgar los conflictos que
tuviesen los moros entre sí o con los cristianos. La ciudad y su entorno estarían protegidos en
sus personas y bienes por la Corona y sus habitantes moros vivirían en sus
leyes, costumbres y religión. Además la configuración política de España sería
muy diferente de la actual porque las Alpujarras serían una estructura político‑administrativa
islámica con la legislación propia de un país de esa religión y el elemento
cultural de cohesión histórica habría sido el Islam. La lengua árabe sería otro
idioma oficial de España... por citar algunas de las consecuencias más
significativas.
Pero estas capitulaciones no podían
cumplirse y menos para siempre como se dice en los textos firmados. En ambos casos
da la impresión de que las impuso la parte supuestamente más débil y luego la
realidad se encargó de hacerlas imposibles, casi absurdas. ¿Lo sabían los Reyes
Católicos cuando las firmaron?. ¿No les avisó su instinto político y su
profesionalidad de esta circunstancia?. ¿O acaso lo hicieron porque implícitamente
sabían que en política la expresión para siempre sólo significa de momento o
hasta que a mí me deje de interesar? Para que un pacto se cumpla, necesita que
su contenido pueda llevarse a cabo pues
tiene poco sentido exigir algo que de principio es irrealizable porque
se hizo en un momento de entusiasmo incontrolado o se proyectó así cínicamente
con esa intención.
A Colón los reyes empezaron a retirarle las
prebendas acordadas a partir del tercer viaje a América con la excusa de que
era un mal gobernante, lo que por otra parte era verdad, pero que tenía poco
que ver con el asunto de los dineros. En cuanto a Granada, el bueno de Hernando
de Talavera dedicó su vida a convertir a los moros dentro de las reglas del
pacto. Pero el cardenal Cisneros al dia siguiente ya lo había quebrantado,
obligando a los moros a convertirse al cristianismo aunque fuera a la fuerza, o
a marcharse al norte de Africa como su lugar natural. El secretario de los
reyes se anticipó enseguida a preguntar de dónde iba a salir el dinero para
pagar el viaje a los moros que quisieran irse a vivir a Africa. Y algun
testimonio de esa fecha expresa la esperanza de que los reyes tomarán muy buena
cuenta en hacer que los moros se vayan de la ciudad sin dejar de cumplir lo
pactado.
………Amplio articulado que nadie cumplió……..
Las
capitulaciones para el descubrimiento de América fueron firmadas por fray Juan
Pérez en representación del Almirante y por Juan de Coloma, Secretario de la
Cancillería de Aragón el día 17 de abril de 1492 y el día 30 del mismo mes se
redactó el acta jurídica. Las prerrogativas concedidas a Colón fueron
ampliándose en los primeros momentos en los que crecía el entusiasmo por los
éxitos obtenidos. El problema que plantean, según los expertos, es si
constituyen una donación graciosa o carta de merced de los reyes o es un
contrato entre ambos. Este fue el origen de los pleitos colombinos que duraron
en su parte principal cincuenta y cinco años. Como dato curioso puede valer que
en ellas no se citan las Indias. Y el que se diga en la redacción antes del
primer viaje que Colón "ha descubierto", es una de las excusas más
bonitas para buscarle explicación al documento y uno de los detalles sobre los
que más se ha escrito.
Las conversaciones para
acordar las capitulaciones de la rendición de Granada fueron secretas y se
firmaron el 25 de noviembre de 1491. Cuando los granadinos empezaron a conocer
el final de su reino, se alborotaron de tal modo que Boabdil tuvo que pedir a
los reyes que anticiparan la toma de la ciudad. Boabdil se instala con su corte
en Andarax, en las Alpujarras, con un señorío hereditario pero ya en marzo de
1493 empiezan los primeros tanteos para las que permitieran su paso a África
con su familia y su corte. En octubre de ese mismo año hace la travesía de Adra
a Melilla con algo más de seis mil musulmanes y se instala en Fez. Hay diversas versiones sobre la última época
de su vida.
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La crónica de un rey perfecto
MUHAMMAD I
Acaeció una mañana fría del mes de enero
del año de 1273 de la era de Cristo que estando el rey moro Muhammad ben Yusuf
ben Nasr, llamado Al‑ahmar, a quien la morisma llamaba el Vencedor y él contestaba
que no es vencedor sino Alá, que este lema tenía en su escudo, estando pues ese
día en su palacio de Granada vinieron mensajeros y espías a anunciarle que los
walíes atacaban con mucho poder. Y el rey enardecido con tanta impetuosidad que
sus consejeros no pudieron contenerle,
montó a caballo acompañado de la flor de su ejército y del infante don Felipe y
demás cristianos que a la sazón se hallaban en esa tierra y mandó poner camino
para detener a los sublevados. Pero cuando al primer caballero que salía por la
puerta de Elvira le ocurrió el infortunio de romper involuntariamente la lanza,
todos tuvieron por mal agüero este acontecimiento y anunciaron con pesar que
ésta no podía ser buena cabalgadura, más aun, que graves acontecimientos
sobrevendrían en su camino porque la suerte del gran rey de Granada se iba
quebrar como se había quebrado la lanza.
Y estando los moros apesadumbrados de la
desgracia que presentían, ocurrió la peor de todas las que podrían sobrevenir y
fue que al mismo Muhammad I se le rompieron la venas y vino a tan gran mal que
tuvieron que parar la expedición y allí se agravó tanto que murió en los brazos
de don Felipe. Y fue tan grande el pesar que tuvieron los moros que todos
lloraban porque habían perdido a su padre y a su rey que no podía haber otro
mejor. Y los cristianos que lo acompañaban también estaban muy pesarosos porque
había desaparecido un amigo y un protector que los había amparado cuando se
separaron y se desnaturaron de don Alonso, rey de Castilla.
Y se organizaron muchas honras a su
cadáver y los moros más principales dijeron discursos de pesar por su muerte y
cantaron las alabanzas de lo que había hecho en vida y las hazañas que había
realizado.
Y así el gran Visir, una vez que se
levantó ante la muchedumbre y rezó las alabanzas a Alá, que los moros elevan,
recordó cómo el llorado Mohammad empezó
su dominio de toda la tierra de Granada y un gran reino desde 18 de abril del
año 1232 de Cristo cuando una vez que los musulmanes de la villa de Arjona, que
es cercana a Jaén, estaban ese día en la oración de la tarde y el alfaquí
después de agradecer a Alá su misericordia, recriminó la tibieza de los
creyentes y explicó una vez más cómo la derrota que los infieles cristianos
habían infligido al ejército de Alá en la llanura llamada de la Navas de
Tolosa, era debida a los pecados de la falta de fé de los luchadores por la
religión y la verdad. Y llamó la atención por la conformidad que ponían en lo
que estaba acaeciendo y exigió en nombre de Alá una nueva guerra santa para
llevar a la recuperación de los territorios que habían sido arrebatados por
Fernando y por Alonso, su hijo, reyes de Castilla. Y en ese día fue elegido
Jahíe ben Nasr que convocó a todos los buenos musulmanes a una nueva guerra
santa contra los cristianos que les habían ganado sus territorios. Y su sobrino Mohammad ben Alhamar, hoy
llorado por todos los buenos musulmanes y los fieles, fue llamado por su tio al
puesto de lugarteniente y con él consiguió aumentar sus dominios arrebatando al
hereje de Ben Hud la villa de Jaén en la que murió Jahíe ben Nasr y quedó desde
entonces Muhammad I llamado Al‑ahmar como el más importante rey. Y recordó cómo
fue muy brillante su entrada en Granada como sultán de este reino el mes santo
para los musulmanes de Ramadán en el año del Señor de 1230.
Y el infante don Felipe también que
acompañaba a Muhammad I, contó el pesar que tenían los castellanos por la
muerte de tan gran amigo y tan gran rey y recordó como había firmado pactos con
su padre el rey don Fernando y con don Alonso rey de Castilla y sobre todos en
Jaén en el año 1246 de Cristo por el que se declaraba vasallo del rey de
Castilla. Y desde entonces lo había sido siempre hasta su muerte porque era muy
cumplidor de todo lo que comprometía y nunca nadie había conocido que hubiese
faltado a lo que hubiera prometido. Y ello no era hecho con pesar sino con
honra de ser vasallo de un tan gran rey porque Jaén era villa real y de gran
pueblo y bien fortalecida y encastillada con muchas y muy fuertes torres y muy
guerrera y muy poderosa y había hecho siempre mucho daño a los cristianos. Y
como tan buen vasallo había sido siempre el que más prestó al rey de Castilla
las tres condiciones que un buen vasallo debe haber, que son la de darle
consejo y así Muhammad I había asistido a las cortes; y la segunda es la ayuda
como cuando ayudó al rey Fernando en la conquista de Sevilla que es notorio que
acudieron quinientos jinetes granadinos en favor del rey cristiano; y por
último que siempre ha pagado los 150.000 maravedíes que por cada año debía
entregar y aumentó la cantidad a 250.000 por acuerdo con don Alonso y también
cumplió. Y por ese motivo fue por lo que ellos decidieron confiar en su
gentileza como buen rey de fiar y así se confiaron a él cuando se desnaturaron
de don Alonso, rey de Castilla. Y por su nobleza guardó luto cuando murió el
rey don Fernando III.
Y otro moro, consejero real y poeta, cantó
en rimas cuán galante se comportaba con sus mujeres y lo gallardo y valeroso en
la batalla que sólo se podía comparar con los grandes califas de Córdoba y cómo
su amor por el arte y el saber no le habían impedido ejercer el dominio de las
armas, no le fuera a suceder como a su antepasado Alhaken II de Córdoba, hijo
del glorioso Abderramán III, que ocupado sólo en comer, holgar y estar en su
casa vicioso, no se esforzaba en acrecentar sus reinos como es derecho que
hagan los reyes muy loados de las gentes y después de su muerte queden las
buenas hazañas de las obras que hubiesen hecho. Y todos los artistas del reino
siempre han estado ayudados de este rey que nunca se podrá olvidar y cuyo deseo
es que todos siempre recuerden la obra de su palacio que será la más completa,
la más frondosa y rica y la más bella que pueda compararse a los palacios de
todo el oriente y que es la que los cristianos llaman la Alhambra, que él
ordenó construir.
Y también le elogió la figura don Nuño
González, hijo del conde don Gonzalo que contó el acogimiento que recibieron
cuando se desnaturaron de Castilla y vinieron a vivir a estas tierras
granadinas y cómo le habían ayudado en sus disputas con los Escayuelas que
mandaban en Málaga y tenían el auxilio del rey Alonso de Castilla. Y don Lope Díaz
de Haro, señor de Vizcaya, dijo que era astuto y mañoso como conviene ser a una
gran rey y señor, y de gran esfuerzo y valor y era morigerado en sus costumbres
que no dejaba para sí sino el trabajo y las dificultades y comía y bebía lo que
es necesario para su vida y en estas cosas en nada se excedía. Y que era
honesto en todo lo que hacía.
Y esto pusieron en su muerte: Este es el
sepulcro del sultán alto, fortaleza del Islam, decoro del género humano, gloria
del día y de la noche, lluvia de generosidad, rocío de clemencia para los
pueblos, polo de la secta, esplendor de la ley, amparo de la tradición, espada
de verdad, mantenedor de las criaturas, león de la guerra, ruina de los
enemigos, apoyo del Estado, defensor de las fronteras, vencedor de las huestes,
domador de los tiranos, triunfador de los impíos, Príncipe de los Fieles, sabio
adalid del pueblo escogido, defensa de la fe, honra de los Reyes y Sultanes, el
vencedor por Dios, el ocupado en el camino de Dios, Abu Abd Allah Muhammad Ibn
Yusuf ibn Nasr al‑Ansarí, ensálcele Dios al grado de los altos y justificados y
le coloque entre los profetas, justos, mártires y santos, y complázcase Dios de
él y le sea misericordioso, pues fue servido que naciese el año quinientos
noventa y uno y que fuese su tránsito día Giuma después de la azala de Alasar a
veinte y nueve de la luna Giumada postrera, año seiscientos setenta y uno.
Alabado sea Aquel cuyo imperio no fina, cuyo reinar no principió, cuyo tiempo
no fallecerá, que no hay más Dios que Él, el misericordioso y clemente.
Estas cosas y otras muchas alabanzas en su
honor se dijeron en sus funerales y es notorio que todo el pueblo lloró su
muerte que no podían lamentarse más. Y en señal de luto todos utilizaron
albornoces negros.
………………….Un hombre de pactos…………………………
Después
de la derrota que sufrieron los moros en la batalla de las Navas de Tolosa en
1212, el territorio árabe se fraccionó de forma que casi cada población era un
reino y cada cacique local se creía un califa, una situación que ayudó a los
reyes de Castilla a ampliar sus dominios. El único caudillo con personalidad
era Ibn Hud que se hace proclamar emir de los creyentes y se hace con Jaén,
Córdoba, Sevilla y Almería pero fracasa en Granada.
Así estaban las cosas
cuando en Arjona (Jaén) la dinastía nasr, llamada al‑ahmar que significa rojo o
bermejo, decide tomar la iniciativa y después de librarse de Ibn Hud, acaba
fortaleciendo el reino nazarí de Granada que se mantuvo hasta su último rey
Boabdil en 1492 y cuyos límites comprendían las actuales provincias completas
de Granada, Málaga y Almería y parte de Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz. Desde
Gibraltar hasta Aguilas en la provincia de Murcia.
Para consolidar ese reino,
Muhammad I tuvo que renunciar a algunas poblaciones y esperar que Ibn Hud
desapareciera de la escena política, lo que hicieron unos desaprensivos en
Almeria ahogándolo en una bañera después de invitarle a comer y aprovechar la
comida para emborracharlo. Pero la decisión más importante fue el tratado de
Jaén en 1246 por el que cedía esta ciudad a Fernando III y se declaraba vasallo
suyo, relación que se mantuvo con su hijo Alfonso X. Los expertos dicen que con
ese pacto el rey de Castilla fue el que creó el reino de Granada.
Muhammad I, que murió en
enero de 1273, supeditó toda su vida y su esfuerzo a la razón de estado, a
mantener su reino por encima de todas las cosas y para ello pactó y dejo de
pactar lo que hizo falta, algo por otra parte frecuente en la época en la que
los acuerdos temporales estaban al margen de la religión o la raza. Y lo mismo
que Muhammad I ayuda a Fernando III a arrancar Sevilla de un correligionario
suyo, cuando los nobles se enfadan con Alfonso X se marchan a Granada y ayudan
al rey granadino contra los moros de Málaga, que a su vez reciben el apoyo del
rey de Castilla.
Las cualidades personales
de este rey han permitido decir a un cronista de Castilla que ningún cristiano
fue capaz de encontrarle alguna vez un defecto.
La crónica está hecha con
datos al uso y un poco de imaginación.
………………………………………………………………..
Las
presiones en el reino de Granada
MUHAMMAD IX, el ZURDO
¡Cómo han cambiado las cosas!. Hubo una
época en la que los cristianos debían su existencia a la tolerancia de nuestros
califas, que les permitían tener algunas tierras allá por el norte de la
península ibérica, a cambio por supuesto de altísimas parias que debían
pagarnos por el favor que les hacíamos de no borrarles del mapa. Aunque a decir verdad, a nosotros nos
interesaba que hubiera un par de pequeños reinos cristianos, poco poderosos desde
luego, porque permitía tener unos ingresos por vasallaje, unos colaboradores
para luchar a favor nuestro sin que las tropas musulmanas tuviesen pérdidas, y
un rincón a donde mandar a los herejes, ladrones y gentes de estas raleas.
Incluso nos venía muy bien que fuesen al menos dos porque de esa forma
estimulábamos entre ellos la rivalidad y así se destruían poco a poco hasta que
nosotros interveníamos según los intereses de nuestra religión y nuestro
pueblo.
Eran aquellos unos tiempos en los que el
nombre de Alá se paseaba victorioso por los campos de batalla y no había infiel
que no temblase con sólo oirlo porque todos estaban sometidos a las leyes del
Islam y los reyezuelos cristianos apenas eran otra cosa que serviles esclavos
de nuestros imperiales califas.
¡Cómo han cambiado las cosas!. En los
siglos pasados se oía por toda la península a la hora de la oración la voz del
almuédano e innumerables mezquitas regaban toda la tierra, hoy de los reyes
cristianos. Sin embargo ahora vivimos abrumados, que a veces ya no se puede
más, porque nuestro reino de Granada es lo único que nos queda. Y su territorio
se va estrechando con el tiempo y cada vez son menos las plazas que dependen de
nuestro sultán y muchas más las que tienen ganadas los castellanos, que me
parece que no pasa un año que no se pierda una villa o por capitulación o por
conquista militar. Y aunque desde el tiempo de nuestro llorado Yusuf I las
fronteras entre nuestro reino y los de Castilla no han cambiado demasiado a
como ha ocurrido otras veces e incluso algunas de la poblaciones que nos
arrebataron, se tornan a nosotros, nunca es por mucho tiempo porque al final
los infieles cada vez tienen más tierras, más ganados y más gente. Que eso es otro asunto más grave y es que
muchos buenos musulmanes se ven obligados por la necesidad a pedir amparo a
tierra de cristianos para así librarse de los bandidos y hay muchas villas y
ciudades que antes de enfrentarse a un ejército superior, prefieren firmar
capitulaciones y garantizar de esa forma su vida, la de su familia, su
religión, sus ganados, sus posesiones, su idioma y su cultura. Y de esta forma
aunque lo hagan sólo para evitarse tantos sufrimientos que a lo mejor no son
capaces de aguantar, van sumando sin quererlo apoyo y ayuda a los enemigos de
Alá.
La vida en este reino de Granada se va
haciendo cada vez más dura y hay sabios que pronostican que algún día, que
esperemos sea aun muy lejano, los reyes cristianos se harán con todo lo nuestro
y nos obligarán a entrar en su religión o marcharnos de la tierra en la que
hemos nacido nosotros y muchas generaciones de nuestros antepasados. Sin
embargo yo creo que eso no va a ocurrir, y no por nuestra fuerza que es cada
vez menor, sino por las propias conveniencias políticas de Castilla y León, a
quien interesa un reino como el nuestro, vasallo suyo y que sirva para
resolverles los mismos problemas que nos atendían a nosotros los reyezuelos del
norte de la península. Por eso confío en que a pesar de las dificultades, que
cada vez son mayores, siempre esté presente la voz de Alá en estas tierras.
Tensiones externas
Pero el panorama es totalmente
desalentador, tanto si miramos nuestra situación con los enemigos exteriores
como si nos ocupamos de analizar lo que está pasando dentro de nuestra propia
muralla.
El origen de todos nuestros problemas está
en que somos vasallos de Castilla, a lo
que se vió fozado el homenajeado Muhammad I, fundador de este reino nazarí de
Granada. Y eso nos obliga no sólo a mostrarle una especie de suboordinación
sino a tener que ayudarle siempre que nos lo pida aunque sea para luchar contra
nuestros hermanos de sangre y religión. Pero ademas esa condición nos hace que
tengamos que pagarle cada año cuantiosas parias que van aumentando y que tienen
que salir del pueblo que no siempre entiende en su ignorancia que ese
sacrificio es indispensable para nuestra subsistencia y los que llevan las
cuentas del reino tienen que bajar la aleación de las monedas. Todo esto me
recuerda de nuevo aquellos tiempos ya un poco lejanos cuando en la península
pasaba lo mismo que ahora pero entonces eran las vencedoras nuestra religión y
nuestra cultura y no la desgracia que ha caido en nuestra gente, que los
alfaquíes deben saber si ha sido por nuestros pecados.
Pero pensando despacio esto del dinero, me
parece que es otro argumento para convencerme de que nuestro reino granadino
durará mucho tiempo por intereses de los cristianos. Y es que nosotros pagamos
esas parias que le son tan necesarias para sus guerras y sus negocios, mientras
que si nos echaran a las tierras africanas de nuestros hermanos en la fé, no
tendrían pobladores para estas tierras o serían muy pocos, como ya les está
pasando en otras muchas villas que tienen que traerse algunos de otros sitios y
no se quieren venir a pesar de las promesas, y aunque vinieran los cristianos,
nunca podrán recaudar lo que nosotros les damos.
Pero con ser mucho, el agobio que tenemos
no es sólo por la presión de Castilla sino por todos los otros pueblos que nos
rodean, especialmente los cristianos. Y como son infieles y miran más los
bienes materiales que los espirituales, nuestras relaciones con ellos son
comerciales y están siempre a lo que les produzca un mayor negocio. Y por ese
motivo el rey de Aragón ayuda a los genoveses, que comercian con nosotros y
tienen fama de venderse al mejor pagador, y a los valencianos y mallorquines,
según su interés y esto nos produce a veces problemas de abastecimiento, sobre
todo cuando unos y otros, al despuntar la siembra, se dedican traidoramente
aprovechando algun descuido o una fiesta religiosa a talar nuestros campos para
empujarnos a que les compremos las mercancias a precios mucho más caros. Y
también intervienen a veces los portugueses.
Luego nuestros hermanos de Africa aunque
en algunas ocasiones nos han ayudado, nos hacen pasar malos ratos sobre todo
los más poderosos, los benimerines, los hafsíes y los otros pueblos que
descienden de los almohades a los que vencieron los cristianos en la llanura de
las Navas de Tolosa, y también debo recordar a los mamelucos de Egipto. Tengo
que aceptar que estos hermanos, aprovechándose de la debilidad de nuestra
situación y de las necesidades que tenemos, se unen a los enemigos infieles
para hacer alianzas según sus intereses y el resultado es que nos vemos
presionados por todos estos pueblos y reinos que se alían o separan unos y
otros al ritmo del viento.
Tensiones internas
Pero el pueblo de Granada también tiene
que soportar las presiones de las familias principales a las que no falta ningún
escrúpulo por quitar o poner rey según sus intereses. Ya pasó al principio de
este reino nazarí cuando los parientes de nuestro llorado Muhammad I, los
Escayuelas, en lugar de agradecerle las tierras que les dió para su gobierno,
trataron de echarle del reino ayudados a su vez por el rey cristiano Alonso
pero después de aquel incidente grave, no se había dado una situación tan
peligrosa aunque siempre hubo su aquel.
Han sido en mi opinión los Abencerrajes
los que con tal de poner como rey a uno de los suyos, han roto la línea de
sucesión que más o menos se venía siguiendo y por ello los responsables de la
caída al abismo que hemos empezado a sufrir.
Con ellos están los Comixa y los Mufarríes y otros muchos que no tengo
tiempo de citar pero que se muevan por los mismos intereses. Frente a estos
están los Venegas, que creo que proceden del señor de Luque, y los Alamines que
quieren que se siga el orden sucesorio establecido desde el principio del
reino.
Por todas estas cosas la vida en el reino
nazarí de Granada es bastante dura, tanto que es como estar rodeados de
invencibles murallas. Pero por las razones que antes he dado y otras más, confío
en que seguiremos aquí, si es la voluntad de Alá.
…………………………Cuadro…………………………….
Después
de haber perdido los granadinos el dominio del
estrecho de Gibraltar, que quedó cerrado en la batalla del Salado o
Tarifa en 1340, el reino nazarí vivió en la segunda mitad del siglo XIV una
etapa de cierta prosperidad sólo interrumpida con las granujerías que se hacían
en la frontera donde castellanos y moros convivían y eran al mismo tiempo
amigos y enemigos. Fue Yusuf I, llamado el Justo, el Sabio (1333‑1354) el que
supo ganar la paz para los nazaríes.
Pero a principios del siglo
XV los Abencerrajes, aprovechando la minoría de edad del que pasó a la historia
como Muhammad VIII el Pequeño, impusieron a Muhammad IX, llamado el Zurdo o
porque lo era o porque tuvo muchas desgracias.
Este rey o sultán puede ser
el prototipo de los avatares que se daban en el reino granadino. Desde 1419
hasta 1453 reinó cuatro veces y otras tantas fue expulsado de ese puesto,
viéndose obligado cada vez a huir para salvar la vida. En la segunda ocasión se
llevó consigo el tesoro real. Después de perder el reino por cuarta vez, se
refugió en las Alpujarras adonde mandó a buscarlo el famoso Muley Hacen que lo
entregó al verdugo y luego se casó con su hija Fátima.
Para evitar que los
legitimistas impusieran a El Pequeño mandó asesinarlo, una decisión de la que
luego se tuvo que lamentar. En su época se dio la batalla de la Higueruela,
famosa porque supuso el enfrentamiento en campo abierto de los ejércitos de
Granada y Castilla, a diferencia de las algaradas o disputas parciales que eran
lo habitual. Ganaron los cristianos con Juan II al frente pero no tuvo
resultados políticos porque las cosas siguieron más o menos como estaban. En
uno de los intervalos de su huida le sucedió Muhammad X, el Cojo.
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El final del reino de Granada.
MULEY ABEN HAZEN.
Ya sólo hay tiempo para las lágrimas.
Alhama, la bien querida y bien preferida, ha caido en manos de los infieles que
la han tomado, la han vilipendiado, la han maltratado, la han pisoteado y la
han lapidado como se lapida a una esposa infiel.
Alá sea servido, las huestes y mesnadas de
Castilla han arrebatado Alhama que dormía gustosa, amparada en sus murallas y
en la cercanía a Granada, mientras sus colinas quedaban cerca de las estrellas
enjalbegando la noche transparente.
Hasta ayer Alhama era una flor bermeja del
reino de Granada, en la que lucían las anémonas y los alhelíes encarnados que
florecen cada dos años, y las voces de los almuédanos llamaban a la oración a
los creyentes. Hoy las campanas de bronce, roncas de frio, llaman a los
infieles con su sonido metálico y las súplicas a Alá ya no rondan los
espíritus. Desde hoy los poetas escupirán sus lágrimas en los amargos
atardeceres de la desesperación y sus lamentos enroquecidos harán temblar las
piedras de la desgracia. Ya no habrá más voces de primavera y los párpados
caerán lentamente marchitos y huérfanos.
Alhama, la muy amada y la bien protegida,
donde cada primavera florecían las rosas con el agua trabajada, la Alhama
empinada y orgullosa, en la que los cadíes aplicaban las reglas del Profeta y
sólo se escuchaba el silencio de la oración a Alá, ha sido mancillada para
siempre por las manos torpes y manchadas de los infieles perversos. Ya no queda
más que la desesperación y el silencio. Y la simiente del reino bermellón de
Granada no tendrá donde espolvorear sus besos cándidos de santa lujuria.
Pobre de tí, Alhama, y pobres de nosotros
sobre los que ha caido la destrucción y la muerte porque de tu vida
esplendorosa no han quedado ni los perros y sólo se oirá la queja eterna de las
almas encadenadas a un destino cruel y vengativo. Pobre de tí, Alhama, donde han ido quedado
muchos de los mejores del reino, que sólo han cometido el delito de obedecer
los mandatos del sultán descreído que no quiso hacer caso de los mensajes que
pronosticaban nuestros castigos.
Porque ha sido el orgullo desafiante de
Muley Aben Hacen el que ha traído el sufrimiento a nuestro pueblo. Engreído,
seguro de sí mismo hasta la altanería, no quiso escuchar la palabra profética
de aquel derviche que anunciaba para nosotros todas las desgracias y todas las
calamidades, las mismas que habíamos llevado sin piedad a los habitantes de
Zahara, sorprendida en una noche plenamente invernal. "¡Ay de ti, Granada!,"
gritaba aquel anciano santón delante de la corte de Muley Aben Hacen y mientras
sus palabras caían como dardos envenenados en las almas de los presentes, sólo
el sultán lo miraba con desprecio y frialdad como si fuese un loco. Era un
hombre mayor al que los divertículos del cuerpo no le había alterado el brillo
de unos ojos fuertes como el lucero, que hablaban sin hablar. "¡Ay de tí,
Granada, ay de tí, que ya te ha llegado la hora de la exterminación y la muerte
y en tus palacios no habita sino la desolación y la ruina!. ¡Ay de ti, Granada,
cuando mi corazón me dice que el fin de nuestro imperio está cercano y tus
niños y tus doncellas quedarán en cautiverio!.
¡No olvides que Zahara no es sino la imagen de lo que tú serás!". Y
estas palabras del adivino helaban la sangre de todos los granadinos, que
corrían asustados a esconderse en los rincones de su casa como en tiempos de
duelo y dolor. Y había sido tanta la
piedad y compasión que produjeron en el pueblo las filas de desgraciados
ancianos, mujeres y niños traídos como esclavos de Zahara, que nadie quiso
tomar triunfo de una batalla que se había ganado con tan poca gloria.
Pero Muley Aben Hacen seguía insensible a
estas voces proféticas y sólo confiaba en su fiereza y su determinación para
seguir una guerra absurda y pretenciosa que creía iba a poder dominar a los
infieles. Y así fue esa intrepidez la que ha traído la desgracia a nuestro
pueblo y no un castigo divino, como dicen los cristianos maliciosamente, por la
vida licenciosa de los habitantes de Alhama que con sus baños caían en el ocio
y la lujuria, que nunca un pueblo tuvo tanta nobleza de ánimo. Fue la soberbia
y altivez de los que en lugar de dar ejemplo al pueblo olvidan sus
obligaciones, las que han traído con sus pecados la desgracia al reino, como
anunciaba el anciano santón y comprendían todos los granadinos, menos aquellos
que habían hecho una profesión de la lisonja y sólo querían beneficios para sí
mediante la adulación al sultán.
La conquista desafortunada de Zahara y el
ambiente militarizado del reino que Muley Hacen estimuló, fueron sin duda el
comienzo del fin, el principio del final de la existencia del reino de Granada.
Porque el enfado de los reyes cristianos Fernando e Isabel fue tan grande
cuando supieron lo de Zahara, que decidieron elegir a lo mejor de sus hombres
para vengar esta afrenta de Muley Aben Hazen y por ello llamaron a don Pedro
Henríquez, adelantado de Andalucía y a don Rodrigo Ponce de León, marqués de
Cádiz, a que vieran la forma de tomar venganza de la humillación que les había
causado el rey de Granada. Y así de manera taimada como propia de infieles, los
cristianos han tomado Alhama antes de la amanecida, cogiendo a la infeliz
población dormida y al alcaide de la fortaleza de viaje en una boda en Vélez
Málaga. El enemigo, que acecha y espía cada hora y cada minuto, en un gesto de
osadía se aprovechó de que la bien amada Alhama tenía una guarnición débil,
debido a que su distancia de Granada hacía creer a los estrategas que estaría a
cubierto de los ataques de los cristianos.
Todo el dia duró la batalla en la que los
habitantes de Alhama, a pesar de ser mercaderes y comerciantes, se batieron
contra los invasores con honor y fiereza propia de nuestra raza. Y hasta
llegaron a dudar los cristianos de si lo conveniente era saquear la ciudad,
quemarla y luego retirarse ante la fiereza de los defensores que se batían como
héroes por cada palmo de terreno. De sol a sol estuvieron los combatientes de
la fé de la muy preciada Alhama exponiendo su vida y hacienda por salvar a los
suyos del cautiverio y de la muerte y evitar el baldón de la derrota y la
verguenza. Pero todo fue inútil y ya con luna de testigo sólo quedó la sangre,
la derrota y el cautiverio de todos sus moradores que se convirtieron en esclavos.
Que la destrucción en pocas horas de esta ciudad tan amada ha quedado como
honra de sus habitantes por el denuedo y arrojo de su valor pero como baldón
para el Islam y el reino de Granada.
Luego el pecador enfurecido Muley Aben
Hacen ha querido corregir su error y ha insistido una y otra vez con sus
mejores guerreros y estrategas en rescatar de la mano de los infieles a la
querida Alhama. Pero en todas las ocasiones ha fracasado. Al principio porque de nuevo su orgullo le
hizo creer que era fácil la operación militar y no la preparó adecuadamente y
luego, cuando quiso rectificar, los cristianos ya se habían hecho suficientemente fuertes para poder
doblegarlos. Por eso la bien querida Alhama ya ha sido perdida para siempre y
cuando aparezcan los jazmines, sus olores se perderán entre los rezos de los
infieles castellanos porque Granada y todos nosotros a lo mejor ya sólo seremos
un recuerdo. Y habrá caido sobre esta tierra otrora afortunada un tiempo de
ignorancia y de invierno para terror de la virtud y la belleza.
¡Malhaya sea el día que tú, maldito Muley
Aben Hacen, te apresuraste a encender la llama de la guerra en nuestro país!
Caiga sobre tu cabeza y la de tus sucesores, por los siglos de los siglos, el
pecado de la ruina de Zahara, origen y principio de toda nuestra perdición.
…………………………..Cuadro………………………………
Los
reinos cristiano y moro venían manteniendo treguas que hacían estables las
fronteras. La última se había firmado en 1475 entre Muley Hacen y Castilla y
había sido renovada en 1478. Sólo se aceptaban incursiones rápidas y asaltos a
fortalezas que reuniesen diversos requisitos como el que se hiciesen de manera
furtiva y no duraran más de tres días.
Para los castellanos esta
situación era interesante porque los problemas internos ocupaban su tiempo y la
economía tampoco hubiera permitido una guerra total. Hubiera sido demasiado
tener abierto el frente de Granada. Muley Aben Hacen por su parte aprovechaba
la coyuntura preparándose militarmente para el futuro mediante contactos con
fuerzas del norte de África para contar con ellas como refuerzo si era
menester.
El caso es que en esta
tesitura, el moro asalta de improviso la población de Zahara en diciembre de
1481 y como consecuencia de esta acción, los Reyes Católicos deciden en
represalia tomar la villa de Alhama, que conquistan el jueves día último de
febrero de 1482 y que defienden una y otra vez de los ataques de los
granadinos. Y es a partir de estas operaciones como se inicia el principio del
fin del reino de Granada. Ya no habrá más treguas y todo será un proceso sin
interrupción, salvo las paradas lógicas de la estrategia bélica, que terminará
con la capitulación de la capital a finales de 1491. Si la decisión de acabar
ya con el reino de Granada estaba tomada o no, es algo que se desconoce aunque
se supone. Pero para los cronistas de la época todo empezó por la bravuconería
de Muley Hacen al romper las hostilidades, tomando la villa, hoy gaditana, de
Zahara de la Sierra.
La elección de Alhama como
objetivo militar se hizo cuidadosamente. Don Rodrigo Ponce de León, marqués de
Cádiz, envió espías por todo el territorio granadino en busca de informes que
le indicasen una población acorde a sus propósitos y se encontró con que Alhama,
debido a su geografía y a la proximidad de Granada, no estaba suficientemente
defendida. El golpe era osado pero factible y además incidiría directamente en
la moral guerrera de los moros. El héroe de la jornada fue el capitán de
escaladores Juan Ortega de Prado, natural de Cuenca y vecino de Carrión, que
lideró la vanguardia del asalto, compuesta de treinta hombres con escala de
mano.
Luego los romances se
encargaron de poner en boca de poetas árabes la pena por la pérdida de Alhama,
dentro del ambiente mitad inventado, mitad real, de héroes, hazañas,
galanterías, elegancias, destrezas, torneos e hidalguías en cada uno de los
bandos y en competencia entre ellos. Y el contrapunto natural de apóstatas,
canjes, espías, traiciones, elches y renegados también en los dos lados. La
frontera fue el lugar de ensoñaciones de los caballeros y de los rondadores a
la sombra de la luna.
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