A Hernando de Talavera le corresponde el
sorprendente papel de ser el gran desconocido de 1492. A este personaje que fue
protagonista decisivo en casi todos los acontecimientos importantes de esa
fecha, apenas lo conocen los especialistas y poca gente más. Hernando de Talavera sólo quiso ser un
servidor leal de los reyes católicos, y como buen vasallo dejó la fama para sus
señores naturales. La historia le ha adjudicado el mismo oficio que él eligió.
Sin embargo casi todos los asuntos de
estado pasaron por sus manos. Hernando de Talavera intervino en la guerra con
Portugal, en las Cortes de Toledo, en el descubrimiento de América, en la
conquista de Granada y en asuntos económicos que afectaron al tesoro real. En
términos de protocolo y de acuerdo a la organización administrativa y política
de la época, es un cortesano que aconseja a los reyes y toma decisiones en su
nombre. Y aunque era un hombre de espiritualidad profunda, su vida se desenvuelve
entre los asuntos que produce el mismo poder, al que sirve con honradez y
eficacia y del que recibe protección y apoyo. Sólo al final de su vida y cuando
ha desaparecido la reina, sintió la soledad y el desamparo, del que se queja
ante el rey Fernando, por la locura de un inquisidor, tan nefasto por cierto
que tuvieron que quitarlo de enmedio.
Hernando de Talavera, que sólo quiso ser conductor de almas, se encontró
con la reina Isabel en un momento en el que ella andaba buscando confesor y ese
nombramiento cambió totalmente sus planes y su vida.
La figura del confesor real representó
durante siglos un papel tan importante que no puede hacerse una historia
ponderada si no se tiene en cuenta su influencia. Bien es verdad que los
consejeros son muchas veces decisivos y que de lo que puede hacer el amigo o el
cónyuge es difícil, e incluso imprudente, liberarse. Pero si además el consejo
se da en nombre de valores superiores como la religión o la ética, el influjo
es mucho más manifiesto.
"El confesor real era consultado sobre
todos o casi todos los negocios eclesiásticos que se ofrecían al gobierno de la
nación, daba su parecer como cualquier otro consejero del Estado y, en muchos
casos, este dictamen prevalecía sobre el de otros ministros y consejeros. Es
más, el influjo del confesor real pasaba también a temas puramente civiles, a
partir de la consulta sobre moralidad de otras cuestiones como, por ejemplo,
contribuciones o arbitrios económicos." Su influencia en la reina fue tal
que incluso le imponía los horarios en su trabajo: "oír al prior del Prado
a la hora, el lunes; oír a los fiscales el viernes a la hora, firmar martes,
jueves y sábados una hora, etc." Entonces el confesor real necesitaba un
nombramiento público, se incluía en la nómina de palacio y tenía un sitio en el
protocolo oficial. Ahora es un asunto
privado.
CRISTOBAL
COLON
A Hernando de Talavera no le caía muy bien
Cristóbal Colón. Trataba con él por su sentido de lealtad y disciplina con los
reyes que se lo habían ordenado pero en su fuero interno hubiese preferido no tener que intervenir en los asuntos del
genovés. Al arzobispo de Granada le resultaba molesta la tozudez de un
extranjero que insistía una y otra vez en hacer un viaje extraño e imposible
para llegar a las Indias por occidente cuando todo el mundo sabía que el mar
tenebroso encerraba tales peligros que no se podía salir de él con vida. Para
Hernando de Talavera Colón era un visionario como tantos otros que pululaban
por la corte ofreciendo sortilegios y milagrerías. Lo malo además del asunto
era que por las influencias que había conseguido, la oferta había llegado hasta
los reyes y el arzobispo temía que éstos se distrajeran de lo que
verdaderamente tenían que hacer, que no era otra cosa, una vez dominada la nobleza,
que acabar con el moro y echarlo de España.
La presencia de Colón pidiendo apoyo y ayuda real, con las promesas de
oro y riquezas infinitas que aseguraba, podía desviar los intereses de la corte
del objetivo urgente para España y la religión de conquistar el reino nazarí de
Granada.
Por eso tal vez vio la oportunidad de deshacerse de manera terminante del visionario cuando
los reyes le encargaron crear, constituir y presidir una comisión que
dictaminara sobre los fundamentos de la propuesta colombina. Sin embargo su
honradez para con los reyes le impidió cubrir un trámite rápido y optó por un
grupo de expertos en navegación, cosmografía, teología y leyes que trabajara
con rigor y profundidad.
Lo malo del asunto es que esta junta seguía
a la corte y por ello tuvo sesiones en Salamanca, Córdoba y quizá en algunos
otros lugares, con lo que el debate se interrumpía y reanudaba constantemente
con el desesperante retraso para la paciencia de todos. De la comisión sólo se
conoce el nombre de uno de sus miembros, el doctor Rodrigo Maldonado, vecino de
Salamanca, además del propio Hernando de Talavera. Al final emitió un informe
negativo pero que no desautorizó del todo a Colón, que siguió co cierta
credibilidad ante los reyes.
Su otra intervención pública se produjo
cuando los reyes habían tomado la decisión política de patrocinar oficialmente
el viaje a Colón y darle los medios necesarios para llevarlo a cabo. Se trataba
esta vez de negociar con el futuro almirante las condiciones en que se desarrollaría.
Pero ahora la situación era diferente. Esta nueva comisión estaba integrada por
amigos de Colón y ya no se discutía sobre cuestiones científicas sino
políticas.
Hernando de Talavera nunca simpatizó del
todo con Colón. Pero era simplemente un asunto de caracteres. Su manera de ser
minuciosa y ahorrativa, que había saneado las arcas de los reyes actuando como
un verdadero ministro de Hacienda, iba mal con la fantasía y el derroche del
extranjero. Quien siendo arzobispo en una ciudad y una época tan compleja, se entretiene en escribir, por ejemplo, que
el camarero "ha de guardar todo lo
de la casa, ropas, paramentos, colchas, sobrelechos y todas las cosas que no
son de menester. Halo de sacudir cada semana una vez por la polilla".
O esto otro: “ No tenga en la cámara
queso ni pan ni aceite ni otra cosa que puedan oler ni comer los ratones. Tenga gatera en la puerta o puertas de la
cámara. Saque la ropa al aire en verano bien de mañana o a la fría cuando le debiere
sacar y al sol en invierno y ayúdese para ello de los reporteros, pajes y mozos
de espuelas". Una persona que se ocupa con tal minuciosidad de lo que
tienen que hacer los criados de la casa, no puede entender la fantasía de una
aventura sin demasiado sentido.
ARZOBISPO
DE GRANADA.
Sin embargo esta minuciosidad supone rigor
y seriedad. Los reyes católicos habían tomado Granada tras la firma de la
correspondientes capitulaciones con Boabdil, en las que se incluían las
condiciones en que quedaban los moriscos y se daban las garantías
correspondientes. Hernando de Talavera, nombrado ya arzobispo de Granada,
quería simplemente cumplirlas hasta la última letra, entre otros motivos porque
pensaba que era la palabra de sus reyes la que estaba escrita y aborrecía que
pudieran alguna vez echarle en cara que no cumplían lo que pactaba, que eso era
un deterioro excesivo de su imagen pública y les convertiría en vulgares
chalaneros. El problema fue apareciendo cuando se vio que no todos pensaban lo
mismo.
Hernando de Talavera abandonó la corte para
dedicarse en cuerpo y alma a su trabajo religioso en Granada y su objetivo fue
crear el clima adecuado para la conversión por convicción. Para ser eficaz en su trabajo, aprendió el
árabe y requirió la presencia de otros clérigos que lo conocieran, se preocupó
de que un discípulo suyo escribiera un "arte para saber ligeramente la
lengua arábiga" y sustituyó el "Dominus vobiscum" de la misa por
una expresión equivalente en árabe. Frente al rupturismo fundamentalista del
Cardenal Cisneros, que arrasa con todo, empuja a los moriscos a convertirse y
organiza bautismos en masa, Talavera prefiere pactar con los líderes naturales
de los vencidos.
Esto era lo que habían firmado los reyes
católicos, esto era lo que ellos querían que se hiciese y Hernando de Talavera
quería serles leal hasta la muerte.
…………………….………Notas biográficas…………….………….
Fray Hernando de Talavera
nació en la ciudad de su nombre en torno a 1430. Sus padres pertenecían a lo
que hoy llamaríamos clase media baja. Parece clara su ascendencia judía.
Estudió en Barcelona y
Salamanca y fue catedrático de filosofía moral en esta última ciudad. En
1466 ingresó en la orden de los jerónimos.
Hacia 1486 fue nombrado
confesor de la reina y miembro del Consejo Real.
Primer arzobispo de Granada después de la
toma de la cuidad por los reyes católicos, donde practicó la tolerancia y el
respeto a los vencidos.
Al final de su vida fue
encausado por la inquisición. El papa Julio II dictaminó sentencia absolutoria.
Murió el 14 de mayo de 1505.
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