SE INAUGURA OFICIALMENTE LA TORRE EIFFEL (31 MARZO 1889)

      Curioso y sorprendente resulta el trasfondo teórico que suscitó este famosísimo monumento desde que se planteó la posibilidad de construirlo. Lo que hoy se considera una obra arquitectónica triunfadora, universalmente reconocida y que atrae el interés de todo el mundo, fue en su día cuestionado y a punto estuvo de no levantarse. Numerosas y acaloradas fueron las discusiones sobre su utilidad, conveniencia e interés. Por supuesto, su precio y su financiación. Y sus cualidades estéticas, si se trataba de un armatoste sin sentido o, por el contrario, reunía requisitos suficientes para poder considerarlo artísticamente valioso. Finalmente, tras muchos reparos y, naturalmente también apoyos, pero con bastante rechazo social,se considera como fecha de su inauguración la citada del 31 de marzo de 1889.
      La obra se había presentado vinculada a la Exposición Universal que se debía celebrarse en París con ocasión del centenario de la Revolución Francesa, del 5 de mayo al 31 de octubre de ese año. El gobierno había abierto un concurso público fijando las condiciones de construcción de un monumento que debía servir de apoyo a dicha Exposición y al que se presentaron algo más de un centenar de proyectos. Ganó el ingeniero Gustave Eiffel. Y, a pesar de todas las disputas, se llevó adelante al trabajo, estrenándose en las fechas previstas.
     Ya desde el primer momento en que se planteó esta iniciativa, el proyecto tuvo muchos enemigos y contradictores, incluso antes de que comenzaran los trabajos de construcción. En febrero de 1887 cerca de trescientos artistas de todas las ramas del arte y la literatura denuncian la inútil y monstruosa Torre Eiffel en la conocida carta abierta "Protesta de los artistas contra la torre del Sr. Eiffel", que incluye una extensa relación de nombres muy representativos de la cultura dominante y con calificativos como: esta verdaderamente trágica lámpara de calle, de Léon Bloy; este esqueleto de atalaya, Paul Verlaine o este mástil de hierro de aparejos duros, inconclusos, confusos, deformes, de François Coppée.
      Pero, como dicen los cronistas, esta pirámide alta y flaca de escalas de hierro, esqueleto gigante falto de gracia tuvo desde el primer momento un éxito fabuloso, con un número altísimo de visitantes. El problema vino una vez terminada la citada exposición, cuando empezó a reducirse de manera importante el número de visitantes, a pesar de que Eiffel bajó considerablemente el precio de las entradas: se le había retirado el fervor popular de los días feriados, que ni siquiera aumentó como se esperaba en la siguiente exposición, en el año 1900.
      Fue entonces cuando los responsables llegaron a pensar en demolerla. A la gente no acababa de gustarle, y volvían de nuevo las quejas y las opiniones de que parecía una obra fuera de lugar y sitio, con un diseño ajeno al marco urbanístico ornamental en el que estaba. Crecía cada vez más la controversia en torno a su significación.
      El propio Eiffel, consciente del peligro de que efectivamente se acabara destruyendo su obra, había comenzado llevando a cabo algunos experimentos científicos vinculados a la meteorología aprovechando especialmente las condiciones de altura de la torre pero fue un proyecto vinculado al ejército el que aportó la solución: la posibilidad de una red telegráfica sin hilo mediante una antena en la cumbre de su torre. El experimento fue un éxito y de esa forma la torre se salvó de su desguace porque, tras esta experiencia, se llegó a la conclusión de que era un lugar privilegiado para la instalación de antenas y equipos de radio. Luego vino la televisión y definitivamente la consideración de que la Torre Eiffel es, por lo tanto, un potencial científico que merece ser explotado.
       Hoy todo esto se considera agua pasada porque con el tiempo la popularidad de la torre ha vencido todos los obstáculos y su renombre y estimación en todo el mundo, reflejados en el número de visitantes venidos de todos los continentes crece cada vez más. Según las informaciones publicadas, en la actualidad son más de 236 millones los visitantes, previéndose que, al ritmo actual, se alcanzarán los 300 millones de visitas hacia 2017. Y hasta puede que antes.
       En 1889 la Torre Eiffel contaba con una altura de 312 metros, si bien con las posteriores instalaciones de antenas de radio la altura de la Torre Eiffel se sitúa hoy en día en 324 metros, siendo este el punto más alto de cualquier construcción presente en París.

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