BATALLA DE OURIQUE, TRAS LA QUE SURGIÓ PORTUGAL COMO REINO INDEPENDIENTE DE CASTILLA (25 JULIO 1139)

            También Portugal tiene su batalla mítica contra los moros pero, mientras que las dos castellanas –Clavijo y Calatañazor- fueron una invención histórica, la portuguesa de Ourique sí se dio realmente. Otra cosa son las leyendas que se gestaron en torno a ella.

            Portugal era un condado dependiente del reino castellano que Alfonso VI (1047-1109) cedió a su hija Teresa con ocasión de su boda con Enrique de Borgoña. El hijo de ambos Alfonso Enríquez (1128-1185) centró sus esfuerzos en ampliar sus territorios guerreando con los musulmanes. Así se produjo la batalla de Ourique, que ocurrió el día 25 de julio de 1139 muy probablemente en los campos del mismo nombre, en el actual Bajo Alentejo, al sur de Portugal y en la que los portugueses obtuvieron un triunfo tan memorable que Alfonso Enríquez resolvió autoproclamarse, o fue aclamado por sus tropas aún en el campo de batalla, Rey de Portugal a partir del año 1140. Posteriormente, tras un pacto de mutuo reconocimiento con Alfonso VII, que aspiraba a ser emperador, obtuvo el título de rey y con ello la independencia de Portugal respecto a Castilla.

            La “versión oficial”, aparecida mucho después en el siglo XIV, asegura que la victoria se debió a la intervención de Santiago Matamoros, aunque, tal vez para diferenciarse de los castellanos que en la falsa batalla de Clavijo ya habían utilizado este argumento, surgió la idea de milagro: la leyenda narra que aquel día el soberano portugués tuvo una visión de Jesucristo y de los ángeles, garantizándole la victoria en combate, lo que era la prueba de la existencia de un Portugal independiente por bondad divina. Se decía que las heridas recibidas por el conde habían tomado forma de cruz.
            Este evento histórico marcó de tal forma el imaginario portugués, que se encuentra retratado en el escudo de Portugal con cinco escudetes representando los cinco reyes moros vencidos en la batalla.