BATALLA DE AGUERE O DE LA LAGUNA, EN TENERIFE (13 NOVIEMBRE 1495)

       En una época en la que los papas disponían libremente de las tierras conocidas o por descubrir, amparados en el derecho universal a evangelizar, derecho que justificaba otros como el de la conquista, etc., Clemente VI cedió las islas Canarias al infante castellano Luis de la Cerda con el título de príncipe de la Fortuna en el año 1344.
      Pero el proceso de la conquista por Castilla comenzó más tarde y suele dividirse en dos períodos diferentes:
El primero corresponde al reinado de Enrique III (1379 - 1406) y es entonces una empresa privada, autorizada, protegida y subvencionada por la Corte, con la que se dominan Lanzarote, Fuerteventura, Hierro y la Gomera. Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle fueron los dos normandos que se lanzaron a esta aventura por su cuenta pero, al comprender sus dificultades, recurrieron al rey de Castilla que les facilitó todo lo necesario.
El segundo período pertenece al tiempo de los Reyes Católicos cuando la iniciativa es pública mediante el sistema de encomiendas y en él se termina por controlar todo el archipiélago: Gran Canaria (1478) La Palma (1492) y Tenerife (1496).
      La Batalla de Aguere o de la Laguna, en 1495, es el nombre que recibe la acción que encarrila definitivamente la conquista de la isla de Tenerife, la única que quedaba para completar todo el dominio de las islas.
      Tras una derrota de los españoles, un año antes, en la llamada “primera batalla de Acentejo”, Alonso Fernández de Lugo, el encargado por los reyes para esta conquista, decide venir a la península a abastecerse de hombres y de material de guerra. Vuelto a Tenerife con estos refuerzos, se produce la citada batalla de Aguere (topónimo aborigen que significa "la laguna") que ganan los españoles en una acometida que empezó la noche del 13 de noviembre.  
      Unas semanas después, el 25 de diciembre, una nueva derrota de los nativos, en la que se llama la “segunda batalla de Acentejo”, dejó sentenciada la conquista, si bien la isla no se incorpora formalmente a la Corona de Castilla hasta el verano de 1496.
      La escasez de documentos y de testimonios sobre los primeros pobladores ha originado multitud de teorías sobre su ascendencia y la forma en que llegaron a estas islas, aunque generalmente se cree que eran bereberes que llegaron durante su huida de la dominación romana en el norte de África. Como contraste, después de un origen común y por razones que se desconocen, no existía unidad política y social entre las diversas islas: o no habían tomado contacto entre sí o lo perdieron a través del tiempo. Ni siquiera había una denominación común para todos los isleños aunque más tarde se generalizó la de guanches, que era el gentilicio que se daba a los habitantes de Tenerife. Los de las restantes islas se conocían por otros nombres: mahoneros, bimbanches, canarios, titerogaitres...
     Un signo distintivo muy diferenciador de las culturas que diríamos de occidente es el predominio de las mujeres como factor de cohesión social. Sin que pueda precisarse hasta qué punto, es claro que la sucesión era femenina y que el poder lo tenían las mujeres aun cuando en algunos sitios lo cedían al hombre por razones prácticas, y existía la poliandria como forma de familia. En Fuerteventura fue famosa, por ejemplo, Tamonante, algo así como juez única del tribunal supremo de la isla.