APROBACIÓN DEL PLAN MARSHALL (3 ABRIL 1948)

            El día 3 de abril de 1948 el presidente norteamericano H. Truman ratificó el Plan Marshall y el mismo año los países participantes (Alemania Occidental, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Grecia, Islandia, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos, Noruega, el Reino Unido, Suecia, Suiza, Turquía y los Estados Unidos) firmaron el correspondiente acuerdo. España y Finlandia quedaron excluidas de la ayuda por sus regímenes políticos y porque durante la guerra habían colaborado con el nazismo.

            El Plan Marshall fue el nombre popular del European Recovery Program (ERP), un plan de los Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial. Tras seis años de guerra, buena parte del continente estaba asolada y millones de personas habían quedado sin medios para subsistir. Las ciudades estaban derruidas, las áreas industriales inutilizadas para cualquier uso y las infraestructuras medio destruidas. Lo mismo ocurría en la agricultura cuya devastación impedía resolver el problema del hambre. En esas condiciones los Estados Unidos decidieron intervenir para atender las necesidades generalizadas de los europeos. La iniciativa recibió el nombre del Secretario de estado de Estados Unidos George Marshall.
La Universidad de Harvard fue el escenario elegido para pronunciar el discurso de lanzamiento del proyecto el día 5 de junio de 1947. El plan fue definido en un encuentro entre los Estados europeos afectados y los Estados Unidos, en julio de 1947. El presidente Truman firmó el programa en 1948, y casi simultáneamente se constituyó en Paris la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE) para coordinar la distribución de la ayuda.
El plan permaneció operativo cuatro años y miles de millones de dólares en forma de manufacturas y créditos comenzaron a invadir Europa. Aunque no hay consenso sobre las cantidades exactas, puesto que muchas veces era difícil establecer qué parte de las ayudas estadounidenses formaban parte del plan cuando, por ejemplo, se adjudicaba a una empresa multinacional de origen americano, la cifra que se maneja con más frecuencia es la de 13.000 millones de dólares de la época. En lo que sí hay coincidencia es en que,  cuando fue completado, la economía de cada país participante, con excepción de Alemania, había crecido considerablemente por encima de los niveles anteriores a la guerra.
El único país al que los Estados Unidos exigieron devolver todas las ayudas ofrecidas fue Alemania, que pagó la deuda a plazos, finalizando en junio de 1971.

Además de la generosidad con sus aliados, otros dos motivos se suelen aducir para que los estadounidenses hiciesen esta propuesta: primero, evitar que su propia economía cayera en un bache, que detuviera el crecimiento económico que había provocado la industria bélica durante la segunda guerra. El segundo era evitar la expansión soviética sobre todo el continente europeo. La Unión Soviética y los países de la Europa Oriental fueron invitados pero Stalin vio en el plan una amenaza y no permitió la participación de ningún país del orbe soviético comunista. Polonia y Checoslovaquia, que sí habían mostrado interés, tuvieron que renunciar.  
A su vez los Estados Unidos presentaron una lista de condiciones que sabían que la URSS no aceptaría. La más importante, que cualquier país que se sumase al plan debería someter su situación económica interna al control de organismos o personas independientes.

            El desarrollo del plan tuvo otros efectos que a la larga resultaron altamente beneficiosos, como su contribución a la integración europea. Aunque la unión europea fue producto de pensamientos y convencimientos más sólidos, se puede decir que la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE) para coordinar la distribución de la ayuda fue un antecedente de lo que después sería la CECA (Comunidad Europea del Carbón y de Acero), verdadero antecedente  de la Comunidad Económica Europea.
Pese a que algunos historiadores modernos sostienen que los elogios al Plan Marshall son exagerados, en general se tiene una visión positiva y se ha considerado que un proyecto similar podría ayudar a otras áreas en el mundo. Tras la caída del comunismo hubo varias sugerencias para crear un "Plan Marshall para Europa del Este" que ayudase a revitalizar la región. O un Plan Marshall para África. Incluso el vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, llegó a sugerir la creación de un "Global Marshall Plan", un Plan Marshall mundial.


A pesar de que por lo general los juicios son, y fueron, positivos, el plan soportó críticas y valoraciones negativas como, por ejemplo, que formó parte de una maniobra del imperialismo norteamericano para controlar a la Europa Occidental. El lingüista, filósofo y activista estadounidense Noam Chomsky escribió que la cantidad de dinero entregado a Francia y Holanda y que el plan estableció la base para las grandes multinacionales modernas.