El referido acuerdo puso fin, al
menos en teoría porque aun subsisten algunos incidentes aunque de forma
residual, a lo que se ha llamado “el conflicto de Irlanda del Norte”. También
fue aprobado por el pueblo de Irlanda del Norte y la República de Irlanda mediante
un referéndum en cada lugar.
El conflicto vino motivado por el
enfrentamiento de las dos comunidades que forman la población de Irlanda del Norte,
una provincia de la isla de Irlanda pero que forma parte del Reino Unido.
Por una parte los “unionistas”,
demográficamente mayoritarios y por lo general de religión protestante,
partidarios de mantener la unión con Gran Bretaña. Por otra los republicanos, minoritarios y generalmente de
religión católica que defienden o bien la independencia del territorio y que se
convierta en Estado o bien la integración de la provincia en la República de
Irlanda, país de religión católica, unificando toda la isla. En definitiva, dos
grupos sociales fundamentalmente diferentes no sólo en cuanto a su confesión religiosa
sino también, por su origen, su historia, su cultura, su orientación política y
su idiosincrasia. Pero con claro predominio protestante que es quien ha ejercido
el poder desde la independencia.
Los primeros celtas llegaron a la
isla alrededor de 1600 a.C. y fundaron las “cuatro provincias históricas”. En
el siglo V san Patricio viajó hasta allí y, además de la religión, enseñó la
palabra escrita, el latín. A su muerte la clase dominante ya era letrada y
cristiana.
Tras el dominio de los vikingos, en
1169 sufre la invasión inglesa haciendo que el rey de Inglaterra se llame
“señor de Irlanda”.
(Los monarcas ingleses usaron
ese título 'señor de Irlanda' para referirse a sus tierras conquistadas en la
isla hasta que en 1541 fue sustituido por exigencia de Enrique VIII por el de
“rey de Irlanda”. Enrique VIII había roto con Roma e iniciado el anglicanismo,
una iglesia cristiana pero no católica y como el “señorío de Irlanda” le había
sido otorgado por el papado, el rey aprovechó la oportunidad para transformar la
denominación).
Desde entonces Irlanda dependió de
Reino Unido si bien mientras en Gran Bretaña siguió vivo y pujante el
anglicanismo, la sociedad irlandesa, a pesar de las presiones inglesas a veces
muy intensas, se mantuvo obediente a Roma, dentro del catolicismo.
En
1919 se inició el proceso de independencia, que se llevó a cabo al año
siguiente. En aquel momento seis condados de la
provincia del Ulster eligieron mantener la vinculación con Gran Bretaña, lo que
hoy se llama Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido junto con
Inglaterra, País de Gales y Escocia.
Este rompimiento de la isla en dos entidades políticas
diferenciadas no fue aceptado por el Estado Libre de Irlanda como algo
permanente. Y mientras los protestantes unionistas lo entendieron como el
reconocimiento de estatus de superioridad, los católicos como la última
injusticia de los británicos. Los unionistas veían a la minoría católica como profundamente
desleal a Irlanda del Norte, justificándose así un trato preferente para ellos.
El relativo éxito económico de Irlanda del Norte frente a su vecino del sur fue
usado incluso como argumento para reivindicar la existencia de Irlanda del
Norte tal y como estaba. Los católicos, sin embargo, creían que la marginación
a la que se veían sometidos era una muestra clara de que Irlanda del Norte era
una imposición injusta del Reino Unido en connivencia con los protestantes.
Pronto empezaron a traducirse las tensiones sociales
entre los dos grupos en acciones militares y terroristas. Ambos bandos
recurrieron a las armas, y la provincia se hundió en una espiral de violencia. Los
protestantes con el Sinn Feim, con una rama política y otra militar y el ilegal
Ejército Republicano Irlandés (IRA) por parte católica. En 1969 Gran Bretaña
envió a su ejército.
El Viernes Santo de 10 de abril de 1998 se firmó el
acuerdo de Belfast por los contendientes de Irlanda del Norte y los
gobiernos de Gran Bretaña e Irlanda que llegaron a un acuerdo sobre la forma en
que se gobernará la provincia. Desde entonces ambos
grupos comparten el poder. No obstante, la violencia continuó después de esta
fecha y todavía de forma ocasional y a pequeña escala. Lo que aun permanece es
la segregación urbana y modos de vida en barrios que perteneces a uno u otro
bando y por los que no se atreven a entrar miembros de la otra comunidad.
Alrededor de 3.500 personas murieron de manera violenta
por el conflicto.
Algunos han tratado de equiparar la
situación de Irlanda del Norte con la del País Vasco y otros han propuesto y
proponen que la experiencia irlandesa se utilice en la solución del problema.