RENUNCIA DEL PAPA CELESTINO V (13 DICIEMBRE 1294)

Aunque en la historia de la Iglesia ha habido otros Papas que por diversos motivos abandonaron su puesto, la renuncia de Celestino V ha sido tan glosada y destacada que mucha gente cree que es el único que lo hizo en toda la historia de la Iglesia. Su decisión tuvo resonancias incluso en la literatura del mayor nivel.

            El caso es que a la muerte de Nicolás IV, en 1292, no había manera de ponerse de acuerdo en la elección de un nuevo Papa porque en aquella época las intrigas de la política romana complicaban mucho la situación. Concretamente en este caso dos familias, los Colonna y los Orsini, presionaban para que fuese elegido alguno de los suyos. En ello les iba el poder e innumerables beneficios derivados, especialmente económicos.
            Dos años y tres meses llevaba la Iglesia sin Papa cuando se acordaron de un ermitaño, Pedro de Morrone, que llevaba viviendo desde su juventud en una gruta de unos montes del centro de Italia, entregado a la meditación y en la más absoluta pobreza y al que decenas de seguidores acudían a imitarlo. Convencido con el argumento de que la Iglesia estaba en peligro, abandonó su retiro y, tras entrar en Roma a lomos de un burro conducido por el Rey de Nápoles, tomó posesión. Eligió el nombre de Celestino e instaló su sede en esa ciudad sureña.

            Pero, ignorante por completo de las cosas del mundo, las intrigas por el poder y la gestión económica y administrativa, se cuenta que firmaba todo lo que unos y otros le ponían delante con lo que en unos meses el caos se adueñó de la vida de la Iglesia. Además, acostumbrado toda su vida al silencio y a la tranquilidad, la ajetreada vida que se veía obligado a llevar le hizo estar cada vez más a disgusto.
            Cinco meses después de ser elegido, un día se quitó sus vestiduras, se sentó en el suelo y anunció a los cardenales que renunciaba porque veía en peligro su alma. Tras una ligera discusión sobre si su abdicación era legítima, diez días después de su renuncia fue elegido Bonifacio VIII.

            Ya como Pedro de Morrone intentó volver a su cueva pero fue encarcelado por su sucesor, muriendo el 19 de mayo de 1296. La Iglesia lo declaró santo en 1313 y su fiesta se celebra el día de su fallecimiento.
           
            Dante, en “La Divina Comedia” lo incluye en el infierno, citándolo como al que “hizo la gran renuncia por miedo”.