NACE EL RYE DE CASTILLA Y LEÓN PEDRO I (30 AGOSTO 1334)

Llamado por sus adversarios “el Cruel” y por sus partidarios “el Justiciero”, fue rey desde el 1350, poco antes de tener 16 años, hasta 1369.

            La vida personal y política de Pedro I estuvo marcada desde pequeño por los amores del rey Alfonso XI, su padre. Éste, casado por razones de interés diplomático con María de Portugal, madre de Pedro, dedicó toda su atención y su vida a una viuda de noble origen, doña Leonor de Guzmán, con quien tuvo diez hijos. María de Portugal y su hijo Pedro quedaron arrinconados y humillados mientras Leonor, que estaba muy próxima al monarca y a la que le consultaba los asuntos de Estado, no era reina pero recibía honores de tal y de hecho ejercía como tal.  
            La situación se modificó, como era de esperar, cuando murió el rey, contagiado por la peste negra mientras cercaba la plaza de Algeciras que pertenecía al reino moro de Granada. La venganza se cebó brutalmente en Leonor y sus hijos. Ella fue condenada y la propia María de Portugal, requerida por el verdugo, firmó la orden escrita para su ejecución.  Rencores y venganzas de una y otra familia dominaron el panorama de aquellos años.

            Quien dirigió toda la batalla política y militar contra Pedro fue su hermanastro Enrique, cuarto de los hijos de Leonor. Derrotado por el rey, acudió a Francia y desde allí reorganizó su ejército y acabó venciendo definitivamente en la batalla de Montiel, en la que murió el rey Pedro I y le confirmó como sucesor con el nombre de Enrique II de Trastamara. (De esa batalla se cuenta lo que unos aseguran es un tradición sin fundamento y algunos un hecho histórico: en el enfrentamiento personal de los hermanastros corrió el uno contra el otro y abrazados cayeron al suelo, quedando encima Pedro; pero el ayudante de Enrique, pronunciando las célebres palabras "ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor", cogió del pie a Pedro y le puso debajo).

            El reinado de Pedro I ha pasado a la historia como un período lleno de intrigas internas y el comienzo de una guerra dinástica que aun duró mucho tiempo. La vida del rey fue muy compleja en el ejercicio de su poder y tuvo actitudes muy duras contra nobles y familiares. En lo personal, llevó una vida amorosa también complicada y enredada. Sin contar otros cuyos nombres no han llegado hasta nosotros, cinco mujeres le dejaron nueve hijos, pero su amor más intenso y duradero fue María de Padilla.
            Asturiana de nacimiento, María de Padilla fue su permanente amor, por encima de los matrimonios del monarca. No se conocen muchos datos sobre su biografía, pero se sabe que tuvo un carácter bondadoso, influyendo en ocasiones para que Pedro perdonara a nobles que se habían puesto en su contra y habían faltado a la lealtad que de ellos se esperaba. Cuando falleció, parece que de la peste, Pedro I la lloró mucho. Un año después, en Cortes celebradas en Sevilla declaró ante los nobles que su primera y única esposa había sido doña María de Padilla. Al arzobispo de Toledo le parecieron buenas estas razones, declarando nulos los otros dos matrimonios con lo que Pedro consiguió declararla reina y legitimar su descendencia.

            El reinado de Pedro, lleno de incidentes y acciones personales, no modificó la situación militar respecto al reino nazarí. Incluso intervino en rifirrafes internos de los propios reyes árabes y alguno de ellos le ayudó en su enfrentamiento con su hermanastro.
            Sin embargo fue fructífero para las artes, las letras y la cultura. Defendió y apoyó a los judíos como en el caso del famoso rabino don Sem Tob.  La tradición popular ha visto en este monarca un rey justiciero, expresada en la poesía de origen popular. El pueblo recelaba de la nobleza por lo que las venganzas del monarca, que recaían por lo general en aquella clase, a menudo fueron percibidas como legítimos actos de justicia.