ASALTO A UN BANCO SUECO, CUYAS CISCUNSTANCIAS DARÁN ORIGEN AL TÉRMINO "SÍNDROME DE ESTOCOLMO" (23 AGOSTO 1973)


En esa fecha, en la ciudad de Estocolmo (Suecia), se produjo un asalto y robo en un banco, en el que durante seis días los delincuentes mantuvieron como rehenes a las personas que allí se encontraban. Al entregarse los captores, las cámaras recogieron el momento en que una de las víctimas besaba a uno de ellos, una imagen que sorprendió a bastante gente cuando la reacción que se esperaba era otra muy diferente. En el momento del juicio los secuestrados defendieron a los asaltantes  negándose a colaborar en el procedimiento.
            Esta reacción de los retenidos, que sin duda no era un proceso sicológico nuevo, fue denominado desde entonces “síndrome de Estocolmo” (no de Helsinki, como a veces se dice por error).

            El síndrome de Estocolmo es una respuesta psicológica en la que la víctima de una situación de pérdida de libertad, por coacción u opresión,  manifiesta una relación de cooperación, a veces de afectuoso respeto, con su secuestrador, llegando en ocasiones a ayudarle a alcanzar sus fines o evadir a la policía. En principio puede resultar chocante pero son varias las circunstancias personales que pueden llevar a reaccionar de esa manera a las víctimas.

            Fuera del contexto criminal el síndrome, en algunas de sus expresiones o variantes, puede darse en el entrenamiento militar básico; en víctimas de abusos domésticos, especialmente en el incesto; en prisioneros de guerra o campos de concentración; o en el ingreso mediante pruebas de grave dificultad en sociedades cerradas o militantes.

            Algunas historias de este comportamiento han sido especialmente famosas, siendo una de las más conocidas en los últimos años el caso de Patricia Hearst, nieta de un poderoso editor, que, después de haber sido secuestrada por una organización terrorista, apareció un tiempo más tarde militando en esa organización.