MUERTE DE ELOÍSA (16 Ó 17 MAYO 1162 Ó 1164) ABELARDO (1079 - 1142)

Menos conocidos del gran público que otros amantes célebres (Romeo y Julieta, o los de Teruel -Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla- y algunos otros) Eloísa y Abelardo forman desde luego una pareja amorosa extraordinariamente singular. De ello dan fe la particularidad de su biografía y las condiciones personales de sus protagonistas.

            En resumen, la historia es como sigue: un muy afamado y conocido profesor universitario en París; una alumna, veintidós años más joven, que recibe clases particulares de este maestro; un enamoramiento que surge del contacto personal durante los estudios y de la admiración mutua; un embarazo que lleva a los amantes a huir y ocultarse en Bretaña, la tierra del profesor, y en donde tienen un hijo, Pedro Astrolabio; un tío canónigo, tutor de su alumna, que consigue apresarlos y exige una boda inmediata, que se produce secretamente, parece que con alguna reticencia de ella; difusión por parte de ese tutor, para salvaguardar la fama de su sobrina, de la boda; enfado del profesor de que se conociera esa noticia que le lleva a imponer a su amada el ingreso en un convento; y soborno del canónigo a un criado que, irrumpiendo con algunos servidores en casa del profesor, lo castran, lo que origina un gran escándalo en la ciudad, especialmente dentro del mundo universitario. (Fuera ya de la historia amorosa propiamente dicha, el criado y otro de los agresores fueron presos y castigados con igual mutilación y además con la pérdida de los ojos, en tanto que el canónigo es desterrado de París y se le confiscaron todos sus bienes).

            Y, al final, un amor que, sin dejar de ser humano con todas sus tensiones, sus contradicciones y sus abnegaciones, se transforma sólo en espiritual y que en ella tiene sin duda una mayor entrega, profundidad y realización. Eloísa no se sentía con vocación de monja y hubiera deseado continuar en la vida civil junto a Pedro, dedicados ambos a la investigación y a la ciencia, pero, precisamente por amor, acepta su recomendación y se hace monja. Mientras, el profesor, durante un tiempo –parece que en parte para guardar su vergüenza-, también se retira a un convento pero luego vuelve a su vida pública, a sus discusiones científicas y a su tarea de profesor, lo que da lugar a que algunos estudiosos le reprochen su comportamiento con Eloísa, que queda en el convento amándole y apoyándole en todo lo necesario.
            Como testimonio privilegiado de esa historia amorosa ha quedado un ramillete de cartas (por cierto de una muy alta cualidad literaria y siempre demostrando un conocimiento completo y profundo de los autores clásicos) entre ellos que a lo largo de la historia se han convertido en una joya literaria siempre muy leída.
            Ambos amantes descansan en el cementerio del Père-Lachaise, en París.
  
            Pedro Abelardo, conocido habitualmente como Abelardo, había nacido en una aldea próxima a Nantes, en la Bretaña francesa, en 1079 y muerto en la abadía de San Marcelo, en Chalons-sur-Saone, el 21 de abril de 1142. Eminente sabio y estudioso de toda la cultura de su época, extraordinariamente conocido y seguido en sus clases, como filósofo es reconocido uno de los más grandes especialistas de la historia en la Lógica (una rama de la Filosofía que se ocupa de los principios de la demostración y los razonamientos). Eloísa, por su parte, había nacido en París en 1101 y falleció el 16 ó 17 de mayo en 1162 o 1164 aunque la mayoría se inclina por éste último año. De lo poco que se conoce de su vida, aparece como huérfana y sin recursos y bajo la protección de un tío suyo el canónigo Fulberto. Más adelante, sin embargo, el conocimiento del latín, el griego y el hebreo, además de su amor a la ciencia, le hicieron famosa en París y en Francia. Tras la imposición, como ya se ha dicho, de Abelardo, ingresa en un convento y más tarde fundó un monasterio en el que murió siendo abadesa.

            Pedro Abelardo, compositor y poeta, fue autor, además de una autobiografía –que se conoce como “historia mis calamidades”-, de numerosos tratados sobre teología, filosofía y ética de importancia muy relevante.

            El amor de Pedro Abelardo y de Eloísa ha sido materia para pintores y artistas, que los han representado en numerosas ocasiones.