En la antigüedad los griegos eran muy dados a organizar competiciones artísticas, literarias, musicales y deportivas, éstas últimas llamadas juegos. Siempre con un contenido cultural, y dedicados a algún dios, de éstos eran cuatro los principales, entre los que sin duda destacaban los celebrados en la ciudad de Olimpia. Fue tanta su importancia que su celebración (que se regía por un lapso de cuatro años, período que recibió el nombre de olimpíada) fue adoptada como unidad de contar el tiempo, de calendario. Generalmente se considera que fue el año 776 de la era antigua la fecha del comienzo de los mismos. Se llegaron a celebrar 293 Juegos Olímpicos. El emperador romano Teodosio los abolió el año 393 afirmando que eran paganos.
Hacia mitad del siglo XIX, Grecia intentó resucitarlos y se llegaron a celebrar hasta cuatro citas que, sin embargo, no llegaron a consolidarse. En Francia, bajo el empuje del muy conocido barón de Coubertin, del que siempre se cita aquella frase de que lo importante es competir, se decidió celebrar una primera convocatoria en Grecia. Desde entonces, salvo en tres oportunidades a causa de las Guerras Mundiales, se han consolidado como la mayor fiesta deportiva mundial. Sólo falta imitar un rasgo significativo de los Juegos griegos: la tregua sagrada que suspendía cualquier acción bélica durante su celebración.
