Garcilaso de la Vega, nacido en Toledo alrededor del año 1500, fue un poeta y militar español del Siglo de Oro considerado uno de los escritores en castellano más grandes de la historia. En el asalto a una fortaleza francesa, para dar ejemplo a sus soldados, decidió subir por una escala sin casco ni coraza y una enorme piedra dio con él en el foso, de donde lo sacaron sus camaradas. Falleció a los pocos días, a mediados de octubre de 1536. Su vida transcurrió en ambientes muy próximos al emperador Carlos I que no sólo lo conocía personalmente sino que lamentó profundamente su muerte hasta el punto de que mandó pasar a cuchillo a los franceses que resistieron en esa fortaleza, un comportamiento sanguinario que apenas nunca más tuvo en toda su vida.
Garcilaso fue un personaje excepcionalmente singular, de elevada condición y lustre de su tiempo. Perfecto amador y enamorado, lo que reflejaba en su vida y en sus poesías y, al tiempo, militar brillante y destacado. Excelso hombre de armas y de letras, que era el ideal de vida y de virtudes de la época, en el comienzo del Siglo de oro español.
De entre sus versos más conocidos y famosos destaca este soneto sin más título que el de su enumeración, que muchas generaciones antiguas aprendieron de memoria y que aun hoy es especialmente reconocido por los amantes de la buena literatura.
SONETO V
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.