Dos circunstancias referentes al papa Francisco, el ser jesuita y haber mostrado en recientes declaraciones la necesidad de dar un papel de mayor nivel y categoría a la mujer dentro de la Iglesia, pueden servir de marco para relatar la vida y obra de Clemente XIV, cuya muerte ocurrió el referido 22 de septiembre del año 1774.
El propio papa Francisco contó, con humor, que, a la hora de elegir cómo quería ser llamado, algunos cardenales le habían sugerido como nombre Clemente (hubiera sido el XV de la serie) en represalia y resarcimiento de Clemente XIV, que suprimió la Orden de los jesuitas. Efectivamente el 16 de agosto de 1773 este papa firmó un breve (nombre técnico que se utiliza para algunos documentos papales, referidos a la organización y administración de la Iglesia, redactados de forma menos solemne), “Dominus ac Redemptor noster”, en el que ordenaba la disolución de la Compañía de Jesús (asunto ya tratado y desarrollado en este blog en la fecha de referencia). Como es obvio, no lo hizo así y el nombre de Francisco, por alusión a san Francisco de Asís y a los pobres, fue el elegido.
La otra circunstancia que merece ser citada es una situación no muy frecuente que se dio en esta oportunidad. El cardenal Giovanni V. Ganganelli, el que sería Clemente XIV, no era obispo. Conviene recordar a estos efectos que la condición de cardenal es un título honorífico (ajeno al Sacramento del Orden), como lo son las de patriarca, monseñor, arcipreste, canónigo y otras. En el pasado, se nombró cardenal a personas que no eran sacerdotes aunque, a día de hoy, sí se exige este requisito. No así la de obispo que, sin embargo, según establece el Código de Derecho Canónico, si, al ser nombrados no lo fuesen, “deben recibir la consagración episcopal”. Compete al papa, no obstante, eximir de esta consagración al candidato a cardenal cuando existan razones de peso. Y, aunque en este momento deben ser varones, la reflexión del papa Francisco de que “La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que este desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos”, ha dado pie a que circule por algunos medios la idea de que, con una modificación no trascendental pero sí muy significativa de la legislación canónica, podría ser nombrada cardenal una mujer, que reuniera las cualidades actualmente exigidas, excepto, naturalmente, la de varón.
El cardenal Giovanni V. Ganganelli fue votado por el colegio cardenalicio, compuesto en aquella ocasión por 47 miembros, en el cónclave que se convocó para nombrar sucesor de Clemente XIII, en mayo de 1769. Al no tener el requisito de obispo, fue inmediatamente consagrado como tal por el cardenal Federico Marcello Lante y seguidamente coronado como papa.
Precisamente (junto a otros testimonios que el lector puede encontrar en el artículo “Supresión de la Compañía de Jesús) esta condición poco frecuente se ha presentado como prueba de que fue este cardenal el que aceptó las exigencias que los “tres monarcas” habían planteado para aceptar la elección, que el elegido hubiese aceptado mediante documento escrito que disolvería la Compañía de Jesús, convenio para el que no había demasiados candidatos.
Hijo de un afamado médico, había nacido el 31 de octubre de 1705 y, curiosidades del destino, aunque ingresó en la orden de los Franciscanos, estudió en un colegio de jesuitas. Fue doctor en Teología y renunció un par de veces al generalato de su congregación. Sus biógrafos dicen que, además de excelente teólogo, era también músico, poeta y un consumado jinete.
Fuera de estos apuntes, hay que señalar que Clemente XIV fue un papa protector de la cultura y, al mismo tiempo, bastante preocupado por las cuestiones sociales, repartiendo comida y ayudas al pueblo romano en el caso de hambrunas.
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