Nacido en Lille el 22 de noviembre de 1890 y fallecido en Colombey-les-Deux-Églises el 9 de noviembre de 1970, Charles-André-Joseph-Marie de Gaulle (habitualmente llamado Charles de Gaulle) fue un militar, político y escritor francés. Fundador de la actual V República y presidente de la misma de 1958 a 1969, su vida, su obra y sobre todo su personalidad llenan de intensidad y fuerza no solo a Francia sino a Europa y hasta algo más allá, independientemente del acuerdo o desacuerdo que se pueda mantener con alguno de sus puntos de vista o de sus actuaciones públicas. Después de la Segunda Guerra Mundial fue promotor de la reconciliación franco-alemana y una de las figuras más influyentes en el proceso de fundación de la Unión Europea.
Su especial protagonismo público se inició en la Segunda Guerra Mundial. Viendo que, a pesar de sus esfuerzos por evitarlo, el mariscal Petain, líder francés, se había plegado al poder alemán nazi y hasta había pedido a los franceses el “cese de combate”, abandonó su país el 16 de junio de 1940 y pasó a Gran Bretaña, desde donde asumió el mando de la Francia Libre o Francia Combatiente hasta el triunfo de los aliados. A los dos días de pasar el Canal, el 18 de junio, trasmitió desde Londres, a través de la BBC, un célebre llamamiento a sus conciudadanos apremiándoles a continuar luchando. El discurso terminaba con estas palabras que ya se han hecho históricas: “La llama de la Resistencia Francesa no debe apagarse y no se apagará. Así, nace una Francia libre”. Churchill, primer ministro inglés, lo reconoció como “jefe de Estado de los franceses libres”.
Terminada la contienda, presidió hasta 1946 el Gobierno Provisional de Francia. Petain, por su parte, fue juzgado y condenado a la pena de muerte, luego conmutada por cadena perpetua.
Pero, según la mayoría de sus biógrafos, por falta de mano izquierda y flexibilidad para la gestión política, acabó dimitiendo y pasó largo tiempo alejado de la vida pública.
Sin embargo en junio de 1958, en un momento crítico para Francia, con la presión de la extrema derecha (especialmente a través de la Organización del Ejército Secreto –OAS-) contra la independencia de Argelia, con una serie de desequilibrios financieros causados por esta situación y hasta la posibilidad de un golpe de Estado, fue llamado para asumir el poder. De Gaulle logró plenos poderes, procedió a la creación de la V República y a continuación ganó la presidencia venciendo con el 78% de los votos.
En ese período, en el que representó el máximo poder hasta que en 1969 dimitió de todas sus responsabilidades y volvió a su vida privada, llevó a cabo como primer eje de su política el impulso de un proyecto europeo que, sobre todo a través de la amistad entre Alemania y Francia, permitiera la construcción de un proyecto conjunto europeo. Y así el 22 de enero de 1963 Alemania y Francia quedaron reconciliados tras firmar con el canciller Konrad Adenauer el Tratado del Elíseo y plantear a continuación la construcción del Mercado Común Europeo. Mas en seguida surgieron los primeros roces con el Reino Unido. Y en este tema de Gaulle fue expeditivo y demasiado claro con los ingleses: tras mostrar sus dudas sobre la voluntad política del Reino Unido de ingresar en la Comunidad, llegó a afirmar que en el Mercado Europeo o se está o no se está, incluso que la adhesión inglesa era "contra natura, contra estructura y contra coyuntura", dudas y declaración que llegaron a paralizar las negociaciones de adhesión.
Además de esta tarea tan primordial, de Gaulle se enfrentó al liderazgo norteamericano: rechazó el despliegue de las tropas de la ONU en el Congo (1961); estimuló a los Estados latinoamericanos a liberarse del imperialismo estadounidense en un famoso discurso en México, en 1964; y acabó abandonando la OTAN en 1966.
Igualmente se pronunció a favor de la independencia de Québec (zona francesa de Canadá) en un también célebre parlamento pronunciado en Montreal, en 1967, en el que acabó gritando ¡Viva Quebec libre! A su vez en el conflicto de Oriente Medio se puso de parte palestina tras acusar a Israel de ser el agresor en la guerra de 1967 (guerra de los seis días) y le declaró un embargo.
Pero los problemas, graves y definitivos, le llegaron del “mayo del 68”, que no supo asimilar de verdad. Tras unos días de tensión, en los que se llegó a decir que había desaparecido, acabó convocando un referéndum proponiendo lo que hoy llamaríamos una mayor autonomía de las regiones, esperando con ello confirmar su poder político. Pero perdió e inmediatamente dimitió.
Se retiró a la vida privada y a escribir sus memorias, pasando unos meses en el parador de Jaén con esta tarea.
Al margen de opiniones de acuerdo o desacuerdo, es necesario reconocer que Charles de Gaulle colocó a Francia en la primera línea de prestigio mundial.
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