PRIMERAS PALABRAS EN ESPAÑOL (13 JUNIO 964)

            Todo empezó cuando un día un copista, viendo que no entendía el significado de una palabra del texto en latín que copiaba, puso en el margen la equivalente en el lenguaje que se hablaba en la calle. Esto ocurría hacia final del siglo X en el monasterio de San Millán de la Cogolla en La Rioja, que fue lo que hoy llamaríamos un centro de producción de libros de los más principales de la época y considerado la cuna del castellano o español. Esa anotación, y otras muchas que se iban haciendo cada vez con más frecuencia y extensión, que los especialistas han llamado glosas, son el indicio de que ya el latín se iba utilizando cada vez menos en la vida de cada día y estaban surgiendo otras nuevas lenguas. Representan en nuestro caso, en España, los primeros vestigios del idioma que hablamos y con el que nos entendemos hoy.
            (En un época en que aun no existía la imprentan el único modo de transmisión de un libro era copiarlo, tarea que realizaban los “copistas”, generalmente monjes que dedicaban su vida a esta ocupación).  
            Este proceso de aparición de nuevos idiomas fue desarrollándose, como es natural, poco a poco por lo que apenas puede señalarse una fecha concreta. La razón de que sin embargo se hable en este caso del 13 de junio de 964 se debe a que el copista así lo escribió cuando terminó de transcribir, en el monasterio citado, uno de los diccionarios enciclopédicos más voluminosos e interesantes de cuantos se conocen en Europa hasta ese momento. Existen manuscritos anteriores ya con glosas pero este texto, no siendo por tanto el primero pero sí uno de ellos, tiene especial relevancia por tratarse de una enciclopedia completa, con unos 25.000 artículos y 100.000 aceptaciones y del que se ha dicho que representa todo el saber de la época.
            El texto fue copiado en un latín plagado de incorrecciones y estaba lleno de nuevas palabras romances, como, por ejemplo, eliminando una sílaba repetida (impudicia por impudicicia), cambiando de lugar algún sonido (prelado por perlado), simplificando alguna palabra (san por santo), etc.

            El español, o castellano, es así una continuación del latín hablado, llamado latín vulgar, que desde el siglo III, tras el desmembramiento del Imperio Romano, fue alejándose y diferenciándose de las otras variantes que se hablaban en las distintas provincias del antiguo Imperio, dando lugar mediante una lenta evolución a las distintas lenguas romances derivadas de él, que acabaron siendo las llamadas: castellano, francés, catalán...

            En cuanto a la denominación no hay acuerdo entre los especialistas. Porque si bien desde el punto de vista sociopolítico debiera denominarse castellano para distinguirlo de las otras lenguas de España, en cuanto a su desarrollo y formación lo razonable es llamarle “español” ya que fue asumiendo e integrando las variantes principales de los dialectos (astur-leonés, navarro-aragonés...) que se hablaban en España.


            El idioma español o castellano es por tanto una lengua romance del grupo ibérico, uno de los seis idiomas oficiales de la ONU y, tras el chino mandarín, la lengua más hablada del mundo por el número de personas que la tienen como lengua materna. Lo hablan como primera y segunda lengua entre 450 y 500 millones de personas y es el segundo idioma más estudiado en el mundo tras el  inglés. Debido a su propagación por América, el español es, con diferencia, la lengua romance que ha logrado mayor difusión.