El equipo volvía de disputar el partido de
vuelta de los cuartos de final de la Copa de Europa ante el Estrella Roja de
Belgrado, donde había empatado 3.3 y,
tras un total 5.4, se había clasificado para las semifinales.
Ya en el aeropuerto de
Belgrado el vuelo tuvo que retrasar la salida porque un jugador había perdido
su pasaporte. El avión tenía previsto hacer una parada técnica en Múnich para
repostar combustible.
El piloto realizó dos
intentos de despegue pero se vio obligado a desistir debido a diversos problemas
que sufrían los motores. El tiempo aquel día no acompañaba ya que el viento era
importante y la pista estaba helada. En el tercer intento, a las 3:04 de la
tarde, el avión falló al ganar la altura adecuada y se estrelló en unas tierras
colindantes al aeropuerto, en una casa, en la que no se encontraba nadie.
Aunque las primeras
investigaciones señalaban al piloto como el responsable del accidente, más
tarde se supo que la desgracia se había producido por la formación de aguanieve
al final de la pista, lo que causaba deceleración en el avión, impidiendo así
que volviese a subir a una velocidad de vuelo segura.
Veintitrés viajeros
fallecieron, a los que habría que añadir el jugador Duncan Edward, que murió días
más tarde, y salvaron la vida 21 personas. Entre ellos, Bobby Charlton, uno de
los futbolistas con más proyección en ese momento en el fútbol mundial, sobre
el que pivotó la reconstrucción del equipo.
Compuesto
por canteranos y reservas, trató de volver a la normalidad y ganó el primer
partido que le correspondió jugar tras el accidente. Las crónicas recuerdan
que, como curiosidad de aquel día, el programa que se reparte con la alineación
estaba en blanco sin que hubiese ningún jugador del Manchester escrito en él.