MUERTE DE FERNANDO IV, "EL EMPLAZADO" (7 SEPTIEMBRE 1312)

Comparado con otras grandes personajes de la historia de España, su vida política arrastra escaso interés ya que estuvo toda ella enmarañada, en una parte de intrigas en su corte para arrebatarle el reino y, en otra, con escaramuzas contra los moros pero sin un triunfo claro o una conquista significativa estable. El reinado de Fernando IV se divide en dos períodos. El primero durante su minoría de edad (1295-1301, pues cuando murió su padre sólo tenía nueve años de edad) en el que fue su madre, doña María de Molina quien ejerció el poder y el segundo cuando cumplió diecisiete años (1301 a 1312). La debilidad institucional le viene de un conflicto suscitado con motivo de la sucesión de su abuelo Alfonso X, el sabio. El problema surgió porque, cuando el primogénito del rey sabio, Fernando de la Cerda, vio que se moría, dejó dicho que deseaba que fuese su hijo, Alfonso de la Cerda, quien sucediese al abuelo. Pero aunque las cosas no se hacían así y ni siquiera la legislación vigente lo permitía, Alfonso aceptó la propuesta y designó como sucesor a su nieto, a lo que naturalmente se opuso su segundo hijo Sancho, lo que motivó un enfrentamiento padre-hijo que acabó de mala manera. Sancho llegó a atreverse a convocar las Cortes en Valladolid y destituir a su padre mientras éste le deshereda en castigo a su desobediencia. Antes, con la Cortes reunidas en Sevilla, el rey sabio trató de contentar en todo caso a su nieto con el reino de Jaén pero Sancho se opuso abiertamente. Al final, no se cumplió el testamente de Alfonso que desmembraba el reino pues Castilla reconoció por rey único a Sancho pero de ahí se derivaron una multitud de guerras dinásticas y conflictos internacionales, con nobles que estaban de una parte o de otra, otros que se pasaban de bando, ciudades y reinos que apoyaban a uno o a otro... complicaciones que llegaron a afectar la vida interna del reinado de Fernando IV. (Los sevillanos y quienes les visitan saben que esta trifulca es precisamente el origen del escudo de la capital andaluza. El “NO-DO” con un símbolo en medio que representa una madeja se lee: “no madeja (me ha deja) do”, es decir, Alfonso agradeció a Sevilla que en esa trifulca con su hijo, siempre hubiera estado con él). En cuanto a la relación con la conquista sólo cabe decir que, en colaboración con el reino de Aragón llegaron a conquistar Almería y Gibraltar pero que, al final, tuvieron que acabar devolviendo estas plazas, aunque, eso sí, comprometiéndose los nazaríes a reconocerse vasallos de Castilla y a abonar once mil doblas anuales de parias. Pero lo más significativo de su vida, de donde derivó lo de emplazado, vino de un suceso acaecido en Martos (Jaén). La crónica dice así: “Y estando el rey en Martos mandó matar dos caballeros que andaban en su casa... y estos caballeros, cuando el Rey los mandó matar, viendo que los mataban injustamente, dijeron que emplazaban al Rey a que pareciera ante Dios con ellos a juicio sobre esta muerte de aquel día en que ellos morían a treinta días. Y, una vez ellos muertos, el rey fuese para los suyos y, estando cerca de Alcaudete, tomóle una dolencia muy grande... e vínose para Jaén con la dolencia e no se quiso guardar y cada día comía carne e bebía vino... E este jueves mismo, día siete de septiembre... echóse el Rey a dormir e un poco después de mediodía halláronle muerto. E este jueves se cumplían los treinta días...” El caso es que el rey condenó a dos nobles, los hermanos Carvajal, a muerte por el procedimiento de encerrarles en una jaula con pinchos por dentro y arrojarlos desde la peña de Martos. Los historiadores han cavilado mucho sobre este hecho y han dado muchas interpretaciones: desde negar el cumplimiento de un plazo hasta tratar de explicar esta condena a muerte por razón de luchas entre órdenes militares (acababan de ser suspendidos y eliminados los templarios en Europa) o por motivos de amores. La única verdad es que en Martos un monumento y una plaza recuerdan el lugar en el que se dicen acabaron cayendo muertos.