FIRMA DEL TRATADO DE UTRECHT (13 JULIO 1713)

El rey español Carlos II, último de la dinastía de los Austrias, moría el día 21 de Noviembre del año 1700 sin heredero directo, una circunstancia que por prevista ya venía siendo objeto de preocupación política, social y diplomática tanto dentro como fuera de nuestro país, y que había dado origen a acuerdos entre las potencias europeas que, a espaldas de España, designaban sucesor y se repartían los dominios que en aquel momento aun quedaban del imperio español. En los manuales de historia se ha llegado a decir que en la década de 1690 Europa entera estaba pendiente de quién sería el próximo rey de España. Dos fueron los candidatos principales a ocupar el trono vacante de España: Felipe de Anjou, nieto del rey francés Luís XIV, y el Archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I de Alemania. El primero contaba naturalmente con el apoyo de su abuelo y había sido designado sucesor por Carlos II unas semanas antes de su muerte cuando ya tenía la salud muy debilitada. Pero, ante el temor de que, siendo rey de España, pudiera serlo también de Francia, lo que daría origen a un macro-reino excepcionalmente poderoso, Austria, Inglaterra y Holanda, entre otros países, decidieron apoyar a su contrincante, Carlos. Ello originó una guerra llamada históricamente “de Sucesión”. El conflicto acabó con el triunfo del francés que reinó en España con el nombre de Felipe V durante 45 años y 21 días, siendo el más dilatado de nuestra historia. Con él quedó instaurada la dinastía de los Borbones, que aún reina. Tres circunstancias principales permitieron el final de la guerra: la primera, que el otro aspirante, el Archiduque Carlos, tuvo que marchar a Alemania a hacerse cargo del trono imperial alemán; luego, algunos triunfos militares del ejército de Felipe; y, por último, la celebración de elecciones en Inglaterra en 1710 que en esa oportunidad ganaron los tories o conservadores, partidarios de acabar con el conflicto. El día 13 de Julio de 1713 se rubricó el Tratado de Utrecht que, junto con otros acuerdos firmados entre 1713 y 1715, daban por terminada oficialmente la guerra. En él se reconocía por todos los países a Felipe de Anjou como rey de España con la salvaguarda de que nunca pudieran unirse las coronas de España y de Francia. En cuanto a las posesiones españolas, el balance para nuestro país fue calamitoso, dejando de ser una potencia de primer orden. En general los territorios europeos pasaban a Austria y se cedían la isla de Menorca (que tras varios percances Inglaterra devolvió en 1802) y el territorio de Gibraltar al Reino Unido. Este país consiguió, además entre otras ventajas, el monopolio “mundial” durante treinta años del “asiento de negros” (venta de esclavos negros) y el de “navío de permiso”, que le autorizaba a traficar con las colonias españolas. Cataluña, que había apostado por el Archiduque, no reconoció a Felipe lo que le llevó a acordar la resistencia, empezando una guerra desigual que se prolongó durante casi catorce meses y que acabó con la toma de Barcelona el día 11 de Septiembre de 1714. Felipe V abolió, entre otras cosas, todas las instituciones catalanas, transformó al virrey en capitán general, prohibió las milicias populares catalanas y el idioma oficial de la administración dejó de ser el catalán. En recuerdo a la toma de Barcelona Cataluña celebra su fiesta nacional (la “Díada”) el día 11 de Septiembre.