DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA (12 OCTUBRE 1492)

No hay demasiado conocimiento público de las sensaciones que percibieron los alrededor de 90 hombres que el día 2 de agosto de 1492, en la Santa María, la Pinta y La Niña embarcaron en el puerto de Palos a “descubrir América”. Desde Huelva a las Canarias y de allí, aunque ya estaba todo preparado el día 6 de septiembre, partieron el 8, una vez que los vientos lo permitieron.
Algo más de un mes tardaron en cruzar el hoy llamado océano Atlántico y, al amanecer el 12 de octubre, apareció la tierra, una isla pequeña de las Bahamas a los que los nativos llamaban Guanahaní y Colón bautizaría como El Salvador.
De manera indirecta aunque fidedigna se conoce la vida, problemas, angustias y desesperación que padecieron durante la dura travesía y que les llevaron a sublevarse contra Colón. En el texto que hay a continuación se cuenta toda esta historia a través de lo que escribió en un supuesto diario el cocinero de la Santa María.

Viernes, 3 de agosto de 1492.
Hoy hemos salido del puerto y la barra de Saltés, que es como se llama aquel río de Palos. Un poco antes de la amanecida el extranjero mandó levar las anclas y nos pusimos de camino a las Canarias como destino intermedio. Hoy hemos dado el primer paso hacia la nueva ruta a las Indias en beneficio de nuestra Santa fe y Religión Cristiana. Allí encontraremos las mayores riquezas del mundo, piedras preciosas que se pueden coger a espuertas y una tierra rica en oro y donde las madreperlas se cogen con la mano y los árboles de la canela y la pimienta crecen por todas partes. Seguramente hallaremos a los hombres con cola, a los esciápodes y puede que a los pandas que, según cuentan, son hombres que tienen el pelo cano en la niñez y luego negro en la ancianidad, al contrario de lo que nos pasa a nosotros, y otros muchos seres monstruosos que viajeros de fama que fueron a oriente y a las Indias, han visto en sus viajes. A lo mejor incluso descubrimos el paraíso terrenal que estuvo a punto de encontrar el beato monje Macario. Y llegaremos a la corte del Gran Khan, al que podremos prometer la llegada de los misioneros que pidió a Marco Polo. y que el Papa no ha enviado, para convertir a los mogoles. Precisamente el capitán lleva cartas de presentación que les han dado Sus Majestades. De todas formas no las tengo todas conmigo porque este extranjero, que se hace llamar Cristóbal Columbus o algo así, no estoy seguro de que esté bien de la cabeza. Y a mi me parece que, salvo los condenados a muerte que están dispuestos a lo que sea con tal de salvar la cabeza, más o menos todos los que nos hemos embarcado, estamos igualmente suspicaces. Bien es verdad que ya hemos cobrado muchos maravedises por adelantado y que a lo mejor volvemos cubiertos de riqueza y además podemos convertir a los infieles a la religión verdadera pero me temo que si no hubiese sido por los hermanos Pinzones, especialmente Martín, aquí nadie se hubiese embarcado en la aventura. Que el extranjero vino de la corte con unas ínfulas de que nos iban a castigar los Reyes si no nos enrolábamos. Que a mi no me parece bien del todo.

Domingo, 26 de agosto.
Desde el día 9 de agosto estamos en las Canarias mientras arreglan el timón de la Pinta, que ha saltado en los días anteriores, y se hacen las provisiones necesarias para este viaje tan dramático y tan peligroso porque a lo mejor vamos al abismo del Mar Tenebroso. Pero también quizá encontremos a gentes extrañas a los que podremos predicar la fe de Jesucristo.
Y también llevamos un anhelo muy humano de mejorar económicamente porque encontraremos las minas de oro que se puede coger con una pala y echarlo al barco para bien de Sus Majestades y nuestro propio, que todos los hombres buscamos naturalmente las riquezas.

Jueves, 6 de septiembre.
Hoy es cuando en realidad hemos empezado el camino de lo desconocido. Hoy empieza la aventura porque hasta ahora hemos viajado por rutas y mares conocidos de todos pero es a partir de ahora cuando tenemos que confiar seriamente en la divina Providencia y en la suerte y la sabiduría de este extranjero que parece estar demasiado seguro de sí mismo y de sus conocimientos hasta el punto de que esa certidumbre es tan fuerte que bordea la certeza y la locura. Dicen algunos que entre los marineros hay bastantes presos que se han aprovechado del indulto que han prometido los Reyes para librarse de la cárcel y de la condena a muerte. Incluso hablan hasta de 24. Pero yo no conozco nada más que al bueno de Bartolomé Torres de Palos que por culpa de una mala bebida disputó con su amigo Juan Martín y acabó matándolo el día de Santa Cecilia. Luego tres compadres suyos, Pedro Izquierdo, Alfonso Clavijo y Juan de Moguer, enfadados por lo que consideraban una injusticia, lo sacaron de la cárcel por lo que se convirtieron también en reos de muerte. Pero los cuatro son buenas personas y con experiencia suficiente en asuntos marinos y serán muy útiles para la navegación. En total somos noventa hombres los que componemos la tripulación, 25 en cada una de las naos y el resto en la Santa María aunque también he visto que el extranjero ha metido algunos criados suyos y de sus amigos por lo que creo que seremos unas cien personas. No viaja ninguna mujer porque, en un viaje de aventura, lejos de ser útil, hubiera sido un grave peligro para la tripulación. En los barcos van todos los especialistas necesarios de marinería y también los que harán frente a los asuntos que se presentarán una vez arribemos a Tierra Firme, a Cipango y a las Indias. Así tenemos al lengua que conoce varios idiomas y también el árabe que dicen es la madre de la todas las lenguas. Por más que estoy pensando que si ésta es una expedición de religión, no entiendo cómo no viene ningún sacerdote.

 Jueves, 20 de septiembre.
Llevamos varios días en los que aparecen señales ciertas de tierra próxima. Antesdeayer la Pinta de Martín Alonso no quiso esperar al extranjero porque desde su nave había visto muchas aves ir hacia poniente y esperaba encontrar tierra. Hoy hemos visto varios alcatraces y otros pájaros propios de rio. La navegación es hasta ahora ágil y no nos hemos topado con ninguna tormenta. La tripulación está tranquila y esperanzada en que todo acabe pronto y bien.

Martes, 25 de septiembre.
La esperanza sigue muy fuerte entre la tripulación. Hoy ha habido un momento en el que todos estábamos seguros de que veíamos tierra. Incluso el extranjero aseguró que estaba a 25 leguas. Precisamente el entusiasmo está muy alto porque hace tres días hemos sentido vientos en sentido contrario, lo que nos hace tener grandes esperanzas de que podremos volver a casa. El mar está tan en calma que algunos marineros se han echado a nadar.

Sábado, 6 de octubre.
Las esperanzas empiezan a faltar. Todos los días hay señales de tierra pero luego nunca se cumplen las previsiones. A estas alturas ya llevamos treinta jornadas y en verdad nada ha cambiado. La gente empieza a cansarse y hoy se han plantado algunos exigiendo volver a España. Martín Alonso ha propuesto cambiar el rumbo a Sudoeste cuarta del Oeste pero el capitán no ha aceptado. La cosa se ha puesto tan tensa que la tripulación se ha amotinado pero Martín ha defendido al extranjero diciendo que no podemos volver a España de esta manera después de la importancia del viaje y del interés de los Reyes, que una armada con tan altos vuelos no puede volver de vacío.

Domingo, 7 de octubre.
El extranjero se ha visto obligado a cambiar el rumbo tal como lo propuso Martín a la vista de la presión que hay y de que hasta el propio Martín empieza a desconfiar de él. Martes, 9 de octubre. La situación se está poniendo cada vez más difícil. Algunos empiezan a maldecir de su suerte por haberse fiado de ese loco extranjero que parece un iluminado, que prometió llevarnos a los entornos del Mar Tenebroso. Bien es verdad que siguen apareciendo señales de tierra pero pasa el tiempo y cada vez estamos mucho más lejos de nuestra casa. Y corre el rumor entre los marineros que si el extranjero dio un bebedizo a Martín aprovechando un descuido suyo o le ha hecho un conjuro. Porque él nos insistió en que no anduviésemos más en miserias sino que viéramos que con la ayuda de Dios íbamos a descubrir tierras en las que encontraríamos casas con los tejados de oro y nos aseguraba que todos volveríamos ricos y con muchas fortunas y nos insistía en que saldríamos de miseria, ofreciendo halagos y dinero, que tuviéramos confianza en él que no se embarcaría si no estuviese seguro de lo que hacía. ¿Estaría embrujado? ¿Quién puede asegurar que volveremos a casa?. Los hombres ciegos de ira están exigiendo al extranjero que dé orden de volver atrás y él se defiende unas veces con amenazas y otras con razonamientos.

Miércoles, 10 de octubre.
Al fin se ha decidido. Si en tres días no encontramos tierra, damos la vuelta. Es la promesa que el extranjero ha hecho a Martín. También le ha dicho algún secreto importante y le ha confesado que hemos recorrido cada jornada más leguas de las que decía.
Acto seguido, desembarcaron y tomaron posesión por los Reyes de la nueva tierra en medio del ceremonial que ningún descubridor olvidaba cumplir jamás: con pregón y bandera real extendida. Los que podían contradecir a tan celestiales visitantes, que por tales los consideraban los lacayos (los nativos del lugar), andan desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vi más de una harto moza, y todos los que yo vi eran todos mancebos... muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesos casi como de sedas de colas de caballos y cortos... y se pintan las caras dellos todo el cuerpo... Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia. Eran dos mundos, dos culturas y mentalidades encontrándose en Guanahaní y destapando al instante sus diferencias. Sin conciencia clara del valor del mío o tuyo, todo tomaban y daban de aquello que tenían (algodón, papagayos, azagayas) de buena voluntad, mas me pareció que era gente muy pobre de todo.

Domingo, 14 de octubre.
La alegría de encontrar estas tierras de oriente se ha visto empañada por la injusticia que el capitán ha hecho con Juan Rodríguez Bermejo, llamado Rodrigo de Triana, que ha sido el primero en gritar tierra en la amanecida y tiene el derecho a los diez mil maravedíes anuales que los Reyes habían prometido y que son una miseria para este hombre que desde hoy se ha convertido en el más rico del mundo y un tesoro para el trianero. La razón que ha dado es que él ayer por la tarde vio moverse una señal de luz, que Pedro Gutiérrez dijo ver pero no Rodrigo Sánchez. Bien ha ido el navegar pero mal empieza la gobernación del que desde ahora es Virrey, Almirante y Gobernador perpetuo.