Breda
es una ciudad del Sur de Holanda, que alternativamente pasó de manos de los
holandeses a la de los españoles. El 5 de junio de 1625, tras un asedio que
resultó famoso, se rindió a los tercios españoles a cuyo mando estaba el
general Antonio Spínola. Los holandeses la
recuperaron doce años más tarde.
Velázquez,
en el cuadro llamado “La Rendición de Breda” o “De las lanzas”, representó la
entrega de las llaves de la ciudad a los vencedores.
Felipe IV había nombrado jefe de las tropas al
genovés Antonio de Spínola que pasaba por ser el mejor estratega a su servicio
conocido en aquella época. Al decir de las crónicas, el cerco y sitio a la
ciudad fue una lección de estrategia militar. Algunos generales de otras
naciones acudieron allí en calidad de lo que hoy se entiende como «agregado
militar» para conocer y observar la táctica del gran Spinola.
Lo principal era impedir que hasta el sitio
llegaran refuerzos de víveres y municiones para lo que se realizaron una serie
de acciones como anegar los terrenos inmediatos e impedir así el paso a la
posible ayuda.
Las crónicas de la época cuentan que la defensa
fue heroica pero al final tuvo que rendirse y lo hizo el 5 de junio de 1625.
Fue una capitulación honrosa que el ejército español reconoció como tal,
admirando en su enemigo la valentía de los asediados. Por ello permitió que la
guarnición saliera formada en orden militar, con sus banderas al frente. Los
generales españoles dieron la orden de que los vencidos fueran rigurosamente
respetados y tratados con dignidad.
Las crónicas cuentan también el momento en que el
general español Spinola esperaba fuera de las fortificaciones al general
holandés Nassau. La entrevista fue un acto de cortesía y el enemigo fue
tratado, sin humillación. Este es el momento histórico que eligió Velázquez
para pintar su cuadro.
El cuadro (junto con otros doce) se pintó para decorar
el denominado salón del Reino del palacio del Buen Retiro, la estancia más
relevante pues era donde Felipe IV recibía a los embajadores y demás
autoridades extranjeras. A fin de impresionarles con una imagen de poder bélico
y económico, se decidió decorar este gran salón con imágenes de los principales
éxitos militares de España, aunque hay que reconocer que en aquel tiempo ya se
había iniciado la decadencia de España. (El actual parque del Retiro es una
parte de aquellos terrenos). Exceptuando un cuadro que resultó destruido, uno
de los dos que pintó Zurbarán, la serie de doce se conserva en el museo del
Prado aunque se exhibe separada.
Velázquez desarrolla el tema sin vanagloria ni
sangre. Los expertos en arte señalan cómo los dos protagonistas están en el
centro de la escena y más parecen dialogar como amigos que como enemigos.
Justino de Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de
arrodillarse, lo que, a diferencia de la costumbre, impide el general español que
pone una mano sobre su hombro. Igualmente se aleja de la gravedad que dominaban
los cuadros de batallas.
Además de cuadros pintados por otros
autores, este acontecimiento sirvió también para una obra de Calderón de la
Barca “El sitio de Breda”.