Iván IV Vasílievich, llamado Iván el Terrible por su carácter fuerte y violento pero también
decidido y valiente, formalmente gobernó Rusia desde 1533 hasta su muerte. Nacido
el 25 de agosto de 1530, es considerado uno de los creadores del estado ruso.
A
los tres años, tras la muerte de su padre, fue coronado Gran Príncipe de
Moscú pero era su madre la que ejercía el poder hasta que cinco años
después la envenenaron clanes boyardos que se disputaban el poder. (Los
boyardos eran los terratenientes, nobles rurales en muchos casos, los jefes de
grandes clanes familiares con una gran capacidad de movilización). Muerta su
madre, a Iván también lo sometieron a humillaciones haciéndole vivir casi como
un mendigo, circunstancia que le originó un gran odio y tuvo como consecuencia
las constantes persecuciones y matanzas que organizó contra estos clanes.
Aunque
hasta los dieciocho años no empezó plenamente a ejercer el poder, con 13 años ya
le tomaban en consideración. Precisamente para que se le respetara como príncipe
su preceptor, el obispo Macario, determinó que Iván procedía (según un árbol
genealógico) del linaje de los primeros césares romanos y le llamó zar.
Se
casó al menos siete veces, pero su matrimonio verdaderamente decisivo fue el
primero, con Anastasia Romanovna en 1547, hasta el punto de que los biógrafos
del zar separan su vida en dos períodos: hasta 1560 y desde ese año en el que
murió Anastasia.
(Anastasia
fue escogida como esposa mediante una selección efectuada en el Kremlin, o
ciudadela de Moscú, entre todas las jóvenes nobles en edad de casarse que
acudieron a la capital a una convocatoria con tal fin).
Ocupado inicialmente con la política
interior, Iván IV, que gobernó con talante moderado en los doce primeros años
del reinado, se propuso alejar de su lado a la nobleza boyarda, al tiempo que
procuraba sentar las bases de una administración estatal unificada y
centralizada y crear instituciones con participación popular. Reunió y codificó
las ordenanzas del reino en un código, convocó por primera vez los estados
generales y dos años después un concilio para organizar una Iglesia afín a sus
propósitos. Y además, fijó los campesinos a la gleba, además de reorganizar y
modernizar el ejército.
Cumplidos los objetivos de esta
primera etapa de su reinado dedicada fundamentalmente a la organización
interior, Iván IV el Terrible emprendió una política expansiva que lo condujo a
las conquistas de Kazán, en 1552, y Astrakán, dos años más tarde. Ocupó también
el valle del Volga y extendió el imperio hasta la región de los Urales y
Siberia. Con miras a contar con una salida al Mar Báltico, se volvió contra
Livonia, pero allí chocó con los intereses de Lituania, Suecia, Polonia y
Dinamarca.
Los
historiadores sostienen que Anastasia tenía una discreta influencia para
mitigar el carácter impulsivo y violento de su marido. En el verano de 1560
enfermó y murió repentinamente. A causa de esto Iván sufrió de serios problemas
nerviosos, debidos también a la sospecha de que había sido envenenada por los boyardos. Al no conseguir
pruebas del crimen, ordenó que un gran número de ellos fueran torturados y
asesinados. (Posteriores exámenes realizados en los restos de la difunta zarina
por parte de arqueólogos y expertos forenses rusos, confirmaron la presencia de
residuos venenosos en el interior de su osamenta, dando crédito a las sospechas
de su marido).
Tras la muerte de su esposa,
agravada con la de su maestro el obispo Macario, Iván se fue transformando en
un personaje autoritario y psicópata,
del cual se cuenta que durante las noches sus gritos sonaban por todo el
Kremlin, pasando como un ciclotímico de una euforia desmedida a la depresión
más absoluta.
En estas condiciones, creó una
guardia personal con miembros de la pequeña nobleza a la que le dio un carácter
represivo, con la que cometió todo tipo de atrocidades –a ello debió el
apelativo de “el Terrible”–, al tiempo que practicaba una religiosidad
exacerbada y próxima al delirio, dedicando gran parte del día a rezar.
Ya en sus últimos años dio rienda
suelta a sus perversiones. Según los escritores no imparciales sobre todo
polacos, se jactaba, por ejemplo, de haber desflorado a más de 1.000 vírgenes y
posteriormente haber asesinado a los hijos resultantes. Sin embargo historiadores
modernos piensan que, aunque existe una cierta base real, esto es una leyenda
negra creada por la propaganda polaca. De
todas formas sí que generalizó por cualquier motivo matanzas de amigos y
enemigos.
En un acceso de cólera, el 16 de
noviembre de 1580, golpeó mortalmente con su bastón a su hijo mayor, el
zarevich Iván (su preferido), crimen que lloró amargamente y del que tuvo
remordimientos hasta sus últimos días, manifestados a veces, dicen, con tirones
del pelo y de la barba o arañando las paredes. Se le adjudican frases como: "Desde
los tiempos de Adán hasta este día, he sobrepasado a todos los pecadores.
Bestial y corrompido he ensuciado mi alma".
En esta locura final llegó a
refugiarse en creencias paganas y brujeriles.
Iván IV murió la mañana del 18 de
marzo de 1584, cuando se disponía a jugar una partida de ajedrez. Sus restos
fueron enterrados en la catedral de San Miguel Arcángel. Le sucedió en el trono
su hijo menor Fiódor I de Rusia.
Los ataques psicóticos sufridos por
el zar podrían corresponder, según los expertos, al resultado del tratamiento
de la sífilis con mercurio, tratamiento que era común en la época y provocaba
daños cerebrales que derivaban en cambios constantes de humor, eufóricos y
coléricos, con tintes psicóticos. Muchos historiadores piensan que Iván fue
envenenado por los boyardos (sus restos muestran también una elevada cantidad
de mercurio) pero hay referencias indicando que Iván periódicamente tomaba
pequeñas cantidades de mercurio contra su sífilis.
Sus más grandes aportes a Rusia
fueron la conquista de Siberia, la creación de un nuevo código legal, la
centralización del poder en la capital dominando a la nobleza,
la creación de instituciones con participación popular, la conquista de los
tártaros de Kazán y Astracán y grandes reformas internas, como la reforma del
ejército y la revisión del código legal.
Aunque a primera vista pueda
resultar sorprendente, dado el clima en el que se desarrolló su vida, Iván fue capaz
de cierta creación literaria. Compuso algunos poemas y cánones musicales de
tema eclesiástico así como un comentario sobre la lengua. Pero su trabajo más
conocido fueron las “Epístolas al príncipe Andréi Kurbski”, una polémica que
duró dos décadas y que comenzó cuando el príncipe, que había desertado, le
acusó de tirano. Iván le contestó, lo que originó unos textos de cierto, aunque
elemental, contenido político. Conviene apuntar que de joven había tenido una
buena formación cultural y literaria de manera que a 16 años ya destacaba en escritura
y era un lector empedernido. Incluso llegó a estudiar retórica.
El
título de Zar, término que procede etimológicamente de “césar” y que tenía un
sentido genérico de “mandamás”, fue adoptado por primera vez por Iván como
símbolo del cambio de naturaleza. Y aunque en el siglo XVIII se adoptó el
nombre de Emperador, se siguió utilizando por todo el mundo.
Como apostilla, y para que el lector
juzgue lo ocurrido, esta fue la sorprendente historia de las ocho esposas de
Iván, según los datos que aparecen en los libros de historia:
1.
Anastasia Románovna Zajárina fue escogida como esposa de Iván mediante
una selección efectuada en el Kremlin de Moscu.
2. María Temriúkovna, (1562) hija de
una noble circasiana (grupo étnico del Cáucaso, con la que tuvo un hijo, murió
poco después lo más probable, envenenada.
3. Marfa Vasílyevna Sobákina, encontrada
muerta 16 días después del casamiento (el 28 de octubre de
1571), también posiblemente envenenada.
4. Ana Ivánovna Koltóvskaya, mujer
plebeya (casada el 28 de abril de 1572), fue encerrada en un convento dos años después.
5. Ana Grigórievna Vasílchikova,
casada en 1575, fue encerrada también
en un convento menos de un año
después.
6. Vasilisa Meléntieva, su sexta
esposa (casada en 1579) fue sorprendida con un amante que fue bestialmente
empalado, y ella encerrada en un convento.
7. María Dolgorúkaya, prometida pero
con la que no llegó a casarse al descubrir que no era virgen. Ahogada al día siguiente de la averiguación.
8. María Fiódorovna Nagaya le sobrevivió pero por otra
historia también hubo de encerrarse en un convento.