El emperador Marco Ulpio Trajano fue el primer hispano, y también el primero procedente de las provincias y no de la ciudad de Roma, que llegó a ser emperador. Nacido, como se ha dicho, el 18 de septiembre de 53, falleció el 9 de agosto de 117 y fue emperador desde el año 98 hasta su muerte. Con él se inicia una dinastía (tradicionalmente denominada Antonina) que incluye a los llamados “cinco emperadores buenos”. Sucedió al emperador Nerva, que lo había adoptado.
Aunque sus padres eran romanos (su padre era un militar destacado), nació en Itálica, junto a Sevilla, donde hoy se sitúa Santiponce. Itálica fue la primera ciudad puramente romana fundada en Hispania y lugar donde nació, además de Trajano, el emperador Adriano, su sucesor, y, según parece, también Teodosio (379-395).
Tras realizar “la carrera de honores” (en Roma para alcanzar los altos puestos de responsabilidad política había que pasar obligatoriamente por una serie de cargos inferiores cuya edad y duración establecían las leyes), ejercer una brillante carrera militar y llegar a gobernador de la Germania Superior, ocupó el trono imperial.
En él conservó la afabilidad y la bondad que había mostrado en la vida privada; mejoró la administración y restableció la paz interior en el Imperio; construyó numerosas vías y puertos y elevó a su país al más alto grado de prosperidad, mereciendo el sobrenombre de Óptimo, con que ha pasado a la posteridad. Con Trajano se inició un período de esplendor en la historia de Roma, otorgando a su gobierno un tinte humanista.
Con un ejército de sólida formación y disciplina, que le permitió llevar adelante sus conquistas, obtuvo grandes éxitos militares, especialmente la conquista de la Dacia (territorio que coincide aproximadamente con lo que hoy es Rumania y Moldavia). En memoria de esas victorias fue erigida en Roma la columna que lleva su nombre, monumento inestimable por los bajorrelieves, desarrollados en espiral desde la base al remate, que representan los distintos episodios de aquella lucha. Es obra de Apolodoro de Damasco y fue terminada el año 104 de nuestra era.
No habitual en su época, impulsó una política de asistencia social a través de los “alimenta”, programa de alimentación de niños, con recursos fiscales, y obligó a los Senadores de provincia a invertir en propiedades agrícolas en Italia.
Mejoró las vías de comunicación e inauguró nuevos puertos, bibliotecas públicas, templos, teatros y acueductos. En su reinado la obra arquitectónica se desarrolló espléndidamente. En la Península Ibérica son famosos el Puente de Alcántara y el Acueducto de Segovia.
En cualquier referencia biográfica que se consulte aparecen multitud de testimonios y anécdotas de su bonhomía y magnanimidad. Valgan algunas:
- En los siglos posteriores, tanto en el Imperio romano como durante buena parte del Bizantino, cada vez que un emperador ascendía al trono, el Senado siempre expresaba el siguiente deseo: Felicior Augusto Melior Traiano. Es decir, «que sea más afortunado que Augusto y mejor que Trajano» simbolizando ambos príncipes las cumbres de la etapa imperial.
- En la Divina Comedia, Dante, siguiendo esta leyenda, ve el espíritu de Trajano en el Cielo de Júpiter con otras personas históricas y mitológicas destacadas por su justicia, entre los seis espíritus justos que forman el ojo del águila mística.
- Para estar más cercano al pueblo romano, hizo escribir sobre la puerta de su residencia Palazzo Pubblico, para que todo el mundo pudiese entrar en él libremente. Solía recibir, personalmente y sin cita previa, a quien quisiera conseguir de él justicia. De lo que deriva otra anécdota célebre: ante las protestas de su secretario, que se quejaba de que su señor confiase incautamente en todo el mundo, Trajano le contestó: «Trato a todos como quisiera que el Emperador me tratase a mí, si fuese un ciudadano particular».
En el himno de Rumania se hace una referencia a su nombre.
“¡Y que en nuestros corazones guardamos con orgullo un nombre
Triunfante en las batallas, el nombre de Trajano!”