Cristóbal de Castillejo, nacido en Ciudad Rodrigo
en 1490, fue uno de los poetas más representativos de su época, el Renacimiento
español.
Tres
perfiles llenan su vida. El primero, los servicios a la corte, siguiendo al archiduque, y luego
rey de Hungría y Bohemia, Fernando de Habsburgo, nieto segundo del rey y
hermano del emperador. Después, cuando profesó como monje cisterciense en el
convento de san Martín de Valdeiglesias. Y, por último tras viajar por toda
Europa, su vida disipada y amorosa en Viena. Allí tuvo relación con varias
damas, un hijo natural, y pasó por dificultades económicas, ya que malgastó
todos los beneficios y prebendas que sus cargos le proporcionaban. Al final de
su vida se retiró a un convento vienés donde murió.
Cristóbal de Castillejo representa
un tipo de poesía cercano y natural que, si se leyese hoy, gozaría de aprecio
general por la sencillez y musicalidad de sus versos. Es por ello un poeta de
las que habría que rescatar del olvido.
Pues no se excusa perderos,
Yegún que camino va,
Yerro pienso que será
Dexar perder mis dineros.
Y pues por tan poco precio
Perderme, señor, queréis,
Más quiero que me acuséis
De importuno que de necio.
Hi de puta, ¿qué señal
De querer quitar baraja?
Estando conmigo mal,
Señora, pesar de tal,
¿Echáis mano a la navaja?
Bastaba para una mora
Los regalos y sainetes
No dármelos ya, señora,
Sin que me queráis agora
Trasquilar a panderetes.
Si las penas que dais son verdaderas,
Como bien lo sabe el alma mía,
¿Por qué no me acaban?
y sería Sin ellas el morir muy más de veras;
Y si por dicha son tan lisonjeras,
Y quieren retoçar con mi alegría,
Decid, ¿por qué me matan cada día
De muerte de dolor de mil maneras?
Mostradme este secreto ya, señora,
Sepa yo por vos, pues por vos muero,
Si lo que padezco es muerte o vida;
Porque, siendo vos la matadora,
Mayor gloria de Pena ya no quiero
Que poder alegar tal homicida.
viendo cual va lo presente?,
¿Quién es aquel que no siente
lo que ventura ha quitado?
mi deseo en alta cima;
contemplar en lo pasado
La memoria me lastima.
no sé cual remedio escoja;
bien y mal todo me enoja,
¡cuitado de quien lo siente!
las que mi vida gozaron,
donde tristes se sembraron
los simientes de mis canas.
bien puedo decir así.