BATALLA DE LOS CAMPOS CATALÁUNICOS (20 JUNIO 451)

            De los hunos nos ha quedado, como cultura general, además de que su nombre, aunque se vea extraño, se escribe con h, que formaban un pueblo bárbaro y feroz que tenía un jefe llamado Atila, del que se decía que allí donde pisaba su caballo no volvía a crecer la hierba. Y así ocurrió en efecto si interpretamos lo del caballo como una metáfora, una forma de expresar que eran especialmente fuertes y duros.
            Efectivamente los hunos fueron un pueblo de pastores nómadas que llegaron e invadieron la Europa del SE hacia el año 370, creando un enorme imperio en los ochenta años siguientes. Se desconoce su origen, de dónde procedían, aunque algunos historiadores dicen que probablemente venían de China.
            La imagen que dieron en Europa se explica en este texto de un historiador de la época que los describe así: “Pequeños y toscos, imberbes como eunucos, con unas caras horribles en las que apenas pueden reconocerse los rasgos humanos. Diríase que más que hombres son bestias que caminan sobre dos patas. Llevan una casaca de tela forrada con piel de gato salvaje y pieles de cabra alrededor de las piernas. Y parecen pegados a sus caballos. Sobre ellos comen, beben, duermen reclinados en las crines, tratan sus asuntos y emprenden sus deliberaciones. Y hasta cocinan en esa posición, porque en vez de cocer la carne con que se alimentan, se limitan a entibiarla manteniéndola entre la grupa del caballo y sus propios muslos. No cultivan el campo ni conocen la casa. Descabalgan solo para ir al encuentro de sus mujeres y de sus niños, que siguen en carros su errabunda existencia de devastadores. Seres imberbes, musculosos, salvajes, extraordinariamente resistentes al frío, al hambre y la sed, desfigurados por los ritos de deformación craneana y de circuncisión que practicaban, e ignorantes del fuego, de la cocina y de la vivienda”.

            La realidad es que hacia finales del siglo IV se hacen dueños de media Europa en el momento en el que su jefe es Atila, que reinó desde 434 a 453 y al que, mientras algunos historiadores lo recuerdan como el paradigma de la crueldad, la destrucción y la rapiña, por el contrario otros lo han retratado como un rey grande y noble.  

            El caso es que, acercándose hacia Roma, al que, a pesar de la decadencia en que estaba sumido, aun teóricamente era el centro político, económico y social del mundo civilizado, el enfrentamiento entre los dos poderes del momento era inevitable. Y así se produjo la Batalla de los Campos Cataláunicos, nombrada por la llanura donde ocurrió, aunque se desconoce el lugar preciso, el 20 de junio del año 451.
            En ella ninguno de los dos bandos que se enfrentaron, hunos y romanos, estaban solos sino que cada uno de ellos peleó acompañado de un gran número de pueblos de origen germánico. Por ello se puede pensar que una contienda de esas características en plena Europa fue una especie de batalla mundial de la época. Por la parte huna, Atila, además de la gran cantidad de jinetes de las estepas que habían conformado su pueblo, estaba acompañado por otros pueblos bárbaros que le habían rendido vasallaje, como los ostrogodos, gépidos, hérulos, etc., etc. El ejército romano, por su parte, comandado por el general en jefe Flavio Aecio, tenía como aliados a los visigodos, los francos y los alanos.  
            La verdad es que, según narran los historiadores, en principio el general romano era consciente de que el ejército romano no podría frenar a la masa que se abalanzaba sobre las fronteras del Imperio y de que sus legiones no eran ni una sombra de lo que habían sido siglos atrás. El ejército romano estaba muy debilitado debido a demasiados factores, como, por ejemplo, las pagas, que no eran tan atractivas, o las tácticas y el armamento que se habían quedado anticuados en relación a los avances que habían obtenido los enemigos de Roma.

            El desarrollo de la batalla fue bastante complejo y discutido. En un momento en el que daba la impresión de que los hunos y sus socios estaban en graves dificultades y Atila parecía dispuesto a morir incinerado antes que derrotado, el general romano, en lugar aniquilarlos, abandonó el campo de batalla sin que se conozcan las verdaderas razones que provocaron esa actitud. La más aceptada es que Aecio temía que, con la destrucción de los hunos, los visigodos, muy poderosos en ese momento, se crecieran y trataran de tomar el Imperio Romano. E incluso se opina que el general romano no tenía intenciones de destruir al ejército huno con vistas a pactar con ellos una alianza en caso de que los visigodos se revolvieran contra Roma.
            En definitiva Roma de momento sobrevivió y el pueblo huno se dispersó por Europa, dejando de ser protagonista de la historia. Atila murió dos años más tarde.

            La de los Campos Cataláunicos es una de esas batallas únicas cuyas consecuencias condicionaron el desarrollo de la historia universal. Nadie sería capaz de predecir o saber a dónde se hubiera dirigido la humanidad si los hunos la ganan y se adueñan de Roma y del Imperio, al ser un pueblo, como se ha dicho, profundamente diferente del romano.